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Son fecundos los momentos de crisis. Por más que no nos guste, nos obligan a movernos, a ver las cosas de otras maneras. A buscar acercarnos a los demás.
Salir de un aislamiento. Dejar de lado la prepotencia autocentrada. Darnos cuenta de que es necesario sumar. Agregar. Juntar. Juntarnos.
El golpe de estado en Brasil, y la reciente intervención militar del gobierno ilegal en la ciudad de Rio de Janeiro. La condenación injusta de Lula. Los retrocesos en los derechos humanos, sociales y laborales. Las restricciones a la libertad de prensa.
Es un escenario preocupante. Pero justamente esto es lo que decía ahorita nomás. Movilizarse. Movilizarme. Movilizarnos. Agregarnos. Abrir las puertas. Ver que necesito de quienes están cerca o lejos, y con los cuales debo sumar.
Dejar la acomodación de creer que son los demás los que deben ir al frente. Es el bien común lo que está en riesgo. Tierra, techo y trabajo, dice el Papa Francisco. Agreguémosle: libertad, creatividad, solidaridad. Juntemos todo lo que la crisis moviliza. Si no, la barbarie fascista va a proseguir.
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