Empoderados

Dic 27, 2015 Ricardo Nasif Recomendada Comentarios desactivados en Empoderados

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De iure o de facto, de derecho o de hecho. Durante muchos años del siglo XX, demasiados años, usamos la expresión gobierno de facto para diferenciar las poquísimas interrupciones democráticas –o cuasidemocráticas, si cabe el latinismo- de los largos gobiernos impuestos por las fuerzas económicas y armadas.

Mucho antes de que los llamáramos genocidas o cívico-eclesiástico-militares, a las dictaduras se las adjetivaba como fácticas para distinguirlas de las ajustadas a derecho. Aunque generalmente avalados por la Corte Suprema de Justicia, el órgano máximo de interpretación de la constitucionalidad, los golpes de Estado solían ser asumidos como engendros de los hechos que se imponían sobre la República y envenenaban de ilegitimidad de origen a los gobiernos.

Sin ponernos aburridísimamente académicos, cabe aquí hacer una elemental distinción de teoría política un tanto ausente de los análisis de coyuntura: una cosa es el gobierno, otra muy distinta el poder. Y aquí, si me disculpan machacar con la elementalidad, me animo a decir, con una torpe síntesis, que en el devenir de nuestros últimos cien años sólo por vía de la fuerza los poderes fácticos se hicieron en persona de las palancas políticas de la conducción del Estado.

Para ser más claros, hasta ahora el acceso al gobierno de los grupos concentrados de la economía nacional y trasnacional no soportaba el cernidero de la voluntad popular, de la soberanía democrática expresada libremente en elecciones. A lo largo del siglo XX, el poder económico sólo ingresaba en primera persona a la Casa Rosada a punta de bayoneta, a fuerza de toneladas de bombas o del plan sistemático de exterminio o por la ventana de gobiernos de iure, como lo fueron las llamadas con dulzor democracias vigiladas y las presidencias neoliberales tras el ´83, para ser sintéticos.

Repito y subrayo el “hasta ahora” del párrafo anterior porque, como nos vamos enterando, no registra antecedentes la comunión total actual entre los intereses de las clases dominantes y un gobierno de una limpia génesis electoral e incuestionable -aunque ajustada- legitimidad originaria.

Hoy, el tradicional poder de facto es gobierno de iure. Los gerentes financieros, terratenientes e industriales, conducen sin máscaras ni maquillajes las carteras de la administración pública. Son los que firman decretos y resoluciones con fuerza legal repudiable aunque suficiente para disponer trasferencias millonarias del fisco a pocas manos, devaluaciones, subas de tarifas de servicios públicos, represión de protestas callejeras, intervenciones de organismos del Estado y asignación de bonos navideños extraordinarios.

Con el poder de facto y el gobierno de iure en el mismo puño, la novel gestión del empresario e ingeniero Mauricio Macri dispuso de un tris transferir, de las arcas del Estado a las cajas de una minoría agroexportadora, la suma de 60 mil millones de pesos anuales, vía modificación del tipo de cambio y eliminación o reducción de impuestos, mientras que comprometió sólo 3200 millones de pesos a 8 millones de beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y jubilados que cobran la mínima. En tanto que un puñado podrá girar utilidades al exterior con total libertad –eufemismo de fuga-, millones de trabajadores y jubilados gastarán sus bonos de fin de año en bienes y servicios del mercado interno.

Recuerda Alfredo Zaiat: “No hay antecedente en la historia económica argentina de aplicar una muy fuerte suba del tipo de cambio al mismo tiempo que se eliminan las retenciones a las exportaciones. Hasta Adalbert Krieger Vasena, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, en 1967, estableció Derechos de Exportación al agro luego de su gran devaluación, además de impulsar la apertura a las importaciones y la liberación del mercado de cambios.”

La Sociedad Rural Argentina, entre otros grupos económicos, ya no necesita subordinar el poder político a sus intereses corporativos, simplemente porque uno y otro hoy son lo mismo. La misma SRA que abucheó a Hipólito Yrigoyen en 1930, que recibió con beneplácito al embajador norteamericano Spruille Braden en 1945, pero se privó de la presencia de Juan Domingo Perón durante todo su gobierno, la que aplaudió en 1966 a Onganía ingresando al picadero de Palermo en una carroza tirada por cuatro caballos y también vivó al dictador Jorge Videla y al presidente Carlos Menem paseándose en el Cadillac oficial; la misma SRA que rechifló al presidente Raúl Alfonsín en los ´80, la que se quedó pagando doce años el desaire de los Kirchner, esa misma oligarquía empoderada con olor a soja y bosta de vaca recibirá el año próximo con merecido honor a uno de ellos, con el bastón de mando y la banda.

happy wheels

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• Alfredo Zaiat, Gobierno de facto, Mauricio Macri, neoliberalismo, Sociedad Rural