Jesucristo desnudo alza gran revuelo

Sep 15, 2019 La Quinta Pata Opinión Comentarios desactivados en Jesucristo desnudo alza gran revuelo

Por Alfredo Saavedra

La intención de incluir un cuadro con Jesucristo desnudo, en una exposición de pintura, la semana pasada, en Buenos Aires, creó una reacción de descontento en personeros de la cultura local, con lo que la pieza fue restituida a su lugar original, en un apartado de la Cámara del Congreso de la República, donde solo ha sido y será vista por los diputados no remilgados ante el carácter de tal obra de arte.

El escritor Jesús María Silveyra, había advertido que la muestra, bajo el título de Imaginario, expuesta en el edificio anexo a la Cámara de diputados, incluía la pintura de Jesucristo crucificado desnudo, que podría ser ofensiva para los cristianos. De ahí que mejor se dispuso restituir la pintura a su sitio original y de esa forma evitar que una exposición abierta al público llegara a crear impredecibles estados de ánimo que con la gente ya exacerbada podría desembocar hasta en disturbios, indeseables cuando la ciudadanía es más inclinada a la paz que a la violencia.

Así que el Jesucristo desnudo estará en el lugar de siempre y con la misma gente, es decir los legisladores sin malicias y los que las tienen frente al Cristo con sus partes pudendas al descubierto, fingirán indiferencia para no exponerse a la crítica de la intelectualidad que favorece la libertad de expresión en el arte fustigada por la mojigatería que es parte de las variantes de las virtudes teologales.

La crucifixión, que era una forma de la pena capital aplicada por los romanos, implicaba desnudar al condenado, quitándole sus ropas, lo cual el autor del libro Usos y Costumbre en la Biblia. James M. Freeman, asegura tener base en el evangelio de San Juan. Se deduce que esa acción era correspondiente con la intención de someter a mayor escarnio al castigado, en consecuencia todos los llevados a la muerte por crucifixión morían totalmente desnudos, sin ser la excepción el Nazareno como lo creerán ahora los cristianos, leales al compromiso de la fe.

La desnudez resulta una normativa en las tribus silvestres de seres humanos alejados del entorno civilizado, como ocurre con colectivos indígenas de la selva amazónica y otras geografías donde los nativos sin la contaminación de los credos religiosos que repudian la desnudez, desenvuelven sus vidas con la realización de su contentura en torno a la naturaleza, fuente vital de sus existencias.

La desnudez en el ser humano o mejor dicho su juzgamiento desde la perspectiva teológica, tiene su origen en el Génesis, cuando Adán y Eva, tras comer la fruta —que no era una manzana, como es de creencia general— del “árbol de la sabiduría” descubren su desnudez y se avergüenzan de la misma. Vergüenza bajo el juicio de la cultura prevaleciente para los autores de la Biblia, en un medio de atávicos resabios originados de la civilización mesopotámica.

Dentro de las anomalías de significancia en la Biblia, relacionadas con la desnudez, aparece en el mismo Génesis la leyenda de Noé, luego del desembarco del Arca junto con su familia, incluyendo a sus hijos, Sem, Cam y Jafet, fundadores de la humanidad según el texto bíblico. De seguro para festejar el feliz acontecimiento de salvarse del diluvio (otra fábula con antecedente en la historia de Gilgamesh, otro diluvio más antiguo) Noé se pega una gran borrachera y totalmente desnudo (imperdonable por su naturaleza de privilegiado de Dios) se tira al suelo para dormir la mona.

En esas condiciones lo encuentra su hijo Cam, quien supuestamente alarmado da aviso a sus hermanos Sem y Jafet, quienes horrorizados disponen cubrir la vergüenza de su padre, llevándole las ropas que de ebrio Noé dejó botadas sin saber dónde. Los muchachos, en una acción de heredada hipocresía, caminan de espaldas para no ver la desnudez del padre y le tiran las ropas, con lo que el viejo despierta y se levanta furioso castigando a su hijo Cam, por haberlo visto empelotado.

Qué padre tan desvergonzado ese Noé, que siendo él quien conforme lo que se supone doctrinal había pecado con su desarreglo y para colmo es injusto para con su propio hijo a quien maldice sin saberse a ciencia cierta por qué, aunque tal vez reflejo de una goma en progreso. Nada nos dice la Biblia, de la esposa de Noé y las mujeres de sus hijos (cuyos nombres omite la historia sagrada) que lo habrían visto, sin parpadear, en tan humillante estado.

Otro episodio de desnudez en la Biblia es el de la oportunidad que tiene el rey David al observar desde la azotea de su palacio a una vecina de nombre Bathsheba, bañándose totalmente desnuda, (así es concebida en un hermoso cuadro de Jan Massys, pintor del siglo XVI). El rey, antepasado de Jesús, ordena a sus guardias que le lleven a su presencia a la bella mujer, con la que se acuesta sin muchos trámites, (2 Samuel 11:4).y con quien más tarde procreará a Salomón, personaje ya de sobra conocido, en especial por sus bellos versos eróticos, entre los que está el sabroso que dice: “Esbelto es tu talle, como la palmera, y son tus pechos racimos, voy a subir a la palmera a tomar sus racimos” (Cantar de los Cantares, Vs. 7 y 8, Cap. 7).

Pero resulta que como David es informado de que Bathsheba tiene marido, uno de sus guardias llamado Uriah, el rey busca un subterfugio para quitarse del medio al marido de su amante y lo envía a una guerra para que lo maten, lo cual así ocurre para el desdichado. Quiere decir que el famoso rey bíblico además de polígamo y adúltero se convierte en criminal y aunque una recreación histórica dice que el pobrecito David sufrió mucho por sus pecados, murió ya anciano auxiliado con la dulce compañía de hermosas jovencitas que eran muy de su gusto.