El legado literario de nuestro querido Eduardo Paganini

Jun 14, 2021 Hugo De Marinis Quintaesencias Comentarios desactivados en El legado literario de nuestro querido Eduardo Paganini

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En septiembre de 2017, La Quinta Pata despedía al amigo Eduardo Paganini. Nos dejó sabrosas recopilaciones y fragmentos sustanciales de la historia mendocina y nacional en la sección “El Baúl”, que tenía a cargo. También hacía notas copadas y jugadas como una de enero de 2017, “Orwell en la Argentina de hoy” en la que descubre con tanta gracia como rigor la catástrofe del macrismo a la luz de la célebre novela 1984. Otro legado precioso que nos dejó fue su novela Donde cabe la esperanza. La idea original del libro obtuvo en 1988 un tercer premio en un concurso organizado por la editorial Colihue. La versión que difundimos ahora es una reelaboración de aquella, con ampliaciones y reestructuración del mismo Eduardo para su publicación en La Quinta Pata.

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Transcribo a continuación un comentario personal que mandé a Eduardo luego de leer el manuscrito de su novela, en marzo de 2015:

Amigo Eduardo,

Finalmente logré imprimir tu novela y me la leí de un tirón. Muy agradable lectura, la de los viajes por el día de Atilio y esa especie de resumen identitario del país semirrural, a su vez piola, inventivo y fracasado que acarreamos todos nosotros, pero más que nadie nuestra literatura.
Recuerdo haber leído de alguien que reseñando una ficción de García Márquez confesaba que había aprendido un montón de botánica y zoología. En tu caso no exagerás, pero tuve que ir a la internet – antes era a la enciclopedia Quillet de 8 tomos que sobrevive a duras penas junto a otros queridos afectos ante los embates de los avances tecnológicos – para averiguar qué clase de bicho era un pitogüé y qué plantas un tarco florido y los culandrillos. Ni que hablar del yuchán o samohú (el único que he visto en mi vida de poco observador de la naturaleza está en cautiverio no sé si en la plaza San Martín o España del centro de Mendoza). Asimismo trasijado es una palabra que no tenía pero que gracias a vos te la tomo a crédito para cuando me largue a describir las peripecias de tungos y burreros en el hipódromo de Woodbine, aquí en Toronto.

Te felicito Eduardo, aun con ese final antes del Apéndice que me pareció una elección tuya legítima (después de todo sos el autor, ¿qué otro?) aunque algo brusca para mi gusto, ya que en el rol de lector me quedé con las ganas de seguir leyendo acerca del protagonista. Ese apéndice que provee datos adicionales de los personajes resulta muy a propósito para completar su semblanza y reafirmar ese típico motto literario del argentino que deambula entre éxitos potenciales y rutilantes, y fracasos de pelaje apenas cotidiano. Un aire contiano se mueve por esta novelita, y lo celebro.
No sé si salió impresa. Si no fue así, vale publicarla en papel. Tenemos que abrir una editorial mendocina, hermano.
Un abrazo,
Hugo

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Eduardo sigue con nosotros.

happy wheels

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