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Dic 13, 2020 La Quinta Pata Reseñas de libros Comentarios desactivados en Historia de la vejez en la Argentina (1850-1950), de Otero Hernán
Si bien en Argentina la temática del envejecimiento y la situación de las personas mayores estuvo presente desde finales del siglo XIX, no fue hasta mediados del siglo XX que comenzaron a realizarse estudios más específicos sobre este sector de la población. Esto tiene que ver por un lado con que, a partir de las décadas de 1940-1950, la esperanza de vida de la población superó los 60 años, y por otro con las políticas sociales del peronismo, junto con una coyuntura internacional de aumento demográfico de la población mayor (Pirámides demográficas “envejecidas”). Por ello es que el investigador o investigadora que se proponga realizar una historia de la vejez en los siglos anteriores se va a encontrar con la dificultad de la carencia de fuentes.
Este problema es el que pretende zanjar Hernán Otero con el presente libro. Históricamente las personas mayores han sido consideradas como una clase “ahistórica” (que no variaba en el tiempo), pasiva (no sirve para la guerra, no sirve para producción), inofensiva (sin la radicalidad de la juventud) y sin participación en los procesos sociales de su época. Por eso ha sido ignorada por la historiografía y la demografía tradicional. El doctor Otero, gracias a su doble formación de historiador y demógrafo, nos adentra en la historia de la vejez en Argentina entre 1850 y 1950, utilizando una variedad de fuentes cuantitativas y cualitativas: Censos (1869, 1895, 1914 y 1947), Registros Vitales, expedientes hospitalarios, obras literarias y estudios pioneros sobre el tema –como el de Simone de Beauvoir (La Vejez, 1970)-.
Desde un marco teórico, Otero utiliza críticamente el concepto de Clase de edad porque permite estudiar los problemas específicos de las personas mayores por fuera de otras categorías como clase social, etnia o género, pero reconoce su debilidad para poder ver la heterogeneidad social que hay al interior de esta población. Dado que la vejez es una categoría de análisis más reciente que las de clase o género, todavía está en construcción un marco conceptual para poder trabajarla.
El libro se divide en tres partes y ocho capítulos.
La Primera Parte (“Parámetros de base”) se compone de los capítulos I al III. El primer capítulo (“Geografías plurales, envejecimiento y vejez”) comienza señalando la falta de estadísticas sobre las personas mayores en los años anteriores a la expansión del sistema jubilatorio. De hecho los primeros censos nacionales no tenían a la edad como una variable privilegiada. Señala aquí dos aspectos interesantes para el estudio de la temática: una mayor feminización del envejecimiento y que la proporción de envejecimiento en nuestro país es inferior a la que estaba dando en Europa por la misma época. El artículo continúa analizando las diferencias existentes entre las distintas jurisdicciones nacionales (Ciudad de Buenos Aires, provincias y Territorios), así como en las zonas urbanas y rurales, y cómo influyó el proceso de migración en los índices de envejecimiento, teniendo en cuenta que la mayoría de los migrantes eran varones cuya esperanza de vida es inferior a la de las mujeres.
El capítulo II (“Mortalidad y percepción de la vejez”) parte de los problemas que supone el concepto de Clase de edad ya que en el interactúan dimensiones cronológicas, sociales y biológicas. En el siglo XIX el bajo promedio de vida y la alta tasa de natalidad hicieron que las personas mayores fueran un grupo minoritario. Para el censo de 1947 el promedio de vida se sitúa cerca de los 60 años, casi el doble que un siglo antes. Esto generó una serie de debates entre los contemporáneos -que son analizados por el autor- en torno a sus problemáticas específicas (salud, discapacidad, viudez, jubilación).
El mundo laboral es abordado en el capítulo III (“El trabajo en la vejez”). Aquí se plantean dos cuestiones: 1) hasta qué edad se trabajaba en épocas anteriores a los sistemas jubilatorios; y 2) los efectos del trabajo en las personas mayores. Para la primera utiliza fuentes cuantitativas (censos, estadísticas), concluyendo que en los ámbitos rurales es más común encontrar personas mayores de 60 años desempeñando tareas que en las ciudades. Al mismo tiempo señala los prejuicios de los censistas y encuestadores de la época que muchas veces marcaban como “Inactivo” a todo ciudadano mayor sin indagar sobre su situación. Respecto a la segunda se basa en fuentes cualitativas para observar cómo las distintas ocupaciones influyen de manera diferente en la calidad de vida y de envejecimiento de los trabajadores.
La Segunda Parte (“Políticas de la vejez”) se compone de los capítulos IV y V. El cuarto (“A puertas cerradas: la vejez en instituciones”) comienza analizando como en la segunda mitad del siglo XIX se crearon Hospitales y Asilos, administrados por el Estado, la Iglesia o sociedades de beneficencia, con el objeto de recluir e institucionalizar a niños huérfanos, mendigos o personas con sufrimiento mental. En tiempos anteriores a la jubilación las personas mayores no escaparon a esta política represiva que asociaba vejez con pobreza y enfermedad. Los Hogares de Ancianos que comenzaron a aparecer durante el peronismo conservaron algunos elementos de la lógica asilar, pero su diferencia fundamental radicaba en que orientaban su labor hacia el reconocimiento de los Derechos de la Ancianidad sancionados en 1948.
Este tema se retoma en el capítulo siguiente (“De la vejez a la jubilación: la construcción social de la inactividad”). Los estudios sobre la historia del sistema jubilatorio hacen hincapié en los debates en torno a su aplicación, la forma en que se llevó a cabo y las consecuencias económicas o en el mercado laboral, pero no se centran en lo que representó para la construcción social de la ancianidad. El uso de la jubilación por parte de muchos gobiernos como medida para combatir la desocupación llevó a que esta fuera vista como una “desocupación socialmente aceptada” y se asociara la vejez con la inactividad y la obsolencia para el trabajo. Viejo y jubilado empiezan a convertirse lentamente en sinónimos para el imaginario social.
La Tercera Parte (“Representaciones y saberes”) incluye los últimos capítulos del libro. El capítulo VI se titula “Ambivalencia y prejuicios en las representaciones literarias de la vejez”. A las personas mayores se les ha atribuido en la literatura características negativas y positivas. Por un lado han generado temor y rechazo por su asociación con la muerte y la enfermedad, y en tiempos revolucionarios, se los ha juzgado como partidarios del antiguo régimen, retrógrados y conservadores. Por otro se les atribuye la función de transmisores de conocimientos y valores. El autor analiza estas representaciones en autores como José Hernández, Eugenio Cambaceres, Gregorio de Laferrere, Ricardo Guiraldes, Victoria Ocampo, Domingo Faustino Sarmiento y Adolfo Bioy Casares, entre otros, así como letras de tango en donde los viejos son actores secundarios ya que el protagonismo por excelencia lo tiene la juventud.
El capítulo VII (“Clases de edad y clases estadísticas”) reconstruye las clasificaciones de la población nacional según la edad, de acuerdo a criterios laborales y de servicio militar, que se realizaron en los censos de 1869-1947, para poder analizar la construcción social de la vejez y el envejecimiento en ese periodo.
El último capítulo (“El nacimiento de la vejez”) se refiere al surgimiento, durante el siglo XX, del concepto actual de vejez, de la mano del aumento del envejecimiento de la población mundial. En Argentina esto viene acompañado de la popularización de las jubilaciones, la Ley de Derechos de la Ancianidad (1948) y la creación de la Sociedad Argentina de Geriatría (1951), para mencionar algunos de los principales hitos. La preocupación por la caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida hizo que la vejez se convirtiera en un tema destacado en la agenda política y social, ya que amenazaba con hacer colapsar el sistema jubilatorio y saturar las residencias de ancianos. También llevó al recrudecimiento de ideas racistas que venían en esto una decadencia de la “raza blanca” frente a los otros grupos étnicos que mantenían una alta tasa de natalidad. A modo de cierre tenemos un estudio sobre cómo el discurso médico hegemónico se apropió del envejecimiento, asociándolo a las patologías y la discapacidad.
A lo largo de la obra encontramos gran cantidad de mapas, gráficos y cuadros estadísticos que presentan la información de manera ordenada y facilitan la comprensión. Una extensa bibliografía –de alrededor de 40 páginas- cierre la obra.
Acerca del autor:
Nació en Tandil (Provincia de Buenos Aires) el 30 de junio de 1962. Es Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA), y Doctor en Demografía y Ciencias Sociales por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Paris, Francia). Investigador principal del CONICET, y docente de Universidades de Argentina, Francia y Canadá. Fue presidente de la Asociación de Estudios de la Población de la Argentina (2003-2005), Director del Instituto de Estudios Histórico Social (IEHS) de la UNCPB (2005-2008) y del Anuario del IEHS (2008-2011), y Académico de Número –sitial 7- de la Academia Nacional de la Historia. Es autor de numerosos artículos en revistas especializadas. Entre sus libros se encuentran: Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna (con María Bjerg, 1995), Poblaciones argentinas: estudios de demografía diferencial (con Guillermo Velázquez, 1997), Representación social y sistemas de herencia en una perspectiva comparada (con Blanca Zeberio y María Bjerg, 1998), El mosaico argentino: modelos y representaciones del espacio y la población (2004), Estadística y nación: una historia conceptual del pensamiento censal de la Argentina moderna, 1869-1914 (2006), La guerra en la sangre: los franco-argentinos ante la Primera Guerra Mundial (2009), Población, ambiente y territorio (tomo I de la Historia de la Provincia de Buenos Aires, director, 2012) e Historia de los franceses en Argentina (2012). Obtuvo el Premio “Enrique Fernández Latour” a la amistad argentino-francesa (Institución FERLABO, 2015) y el Primer Premio Academia Nacional de la Historia para obras editas 2007-2009 (2011).
Donde adquirir el libro:
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