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Abr 14, 2016 Marcelo Padilla Opinión Comentarios desactivados en La chamana que calmó y orientó a la tribu
Está Cristina viva, parada en ese escenario chico con un techito que la protege de la lluvia porteña de abril. Relajada, contenta, emocionada y en paz. Está contundente. Está solo unos metros sobre-elevada del piso respecto de la gente. No es un acto como los de antes, cuando ella era presidenta. Diría: es un acto a lo guapo montado en un lugar donde no recuerdo se haya producido un hecho político de esas características en la historia. Tribunales Federales, Comodoro PY, el Poder Judicial de la Nación. ¿Qué hacía allí Cristina, hablando luego de 4 meses y 4 días, a una marea de pueblo que una vez más fue a abrazarla y acompañarla? Hago la pregunta por obvia, a propósito. Y mientras más obvia es la pregunta más compleja es la respuesta. La respuesta es una urdirme de significados de abril de 2016 bajo el gobierno del Presidente Mauricio Macri que no ofreceré yo ni nadie en particular, las respuesta será de quienes interpreten mejor. Pero no hoy ni mañana. Es una respuesta que “está siendo”, en plena navegación a lo desconocido. Guardemos las certezas de manual. Esto es otro palo.
Sí, el Presidente es Mauricio Macri y Cristina también es la Presidenta (¿?). Es decir, Argentina tiene hoy a dos presidentes, uno formal votado por el 51% de los votos allá lejos en noviembre del año pasado, y Cristina. ¿Es una locura decirlo? No, si, se me ocurre. La locura es creer que el que fue votado gobierna solo. Y debemos entonces apelar a la teoría política y a la historia. Algo que no voy a hacer porque Cristina lo hizo en el acto del 13. Solo respaldar un poco “esa locura de dos presidentes” en Antonio Gramsci. Un peronista italiano que nunca lo supo. Un obrero y un teórico. El que fundó el Partido Comunista en 1924 en Italia y luego fuera encarcelado por Mussolini hasta su muerte. Hegemonía, contra-hegemonía y bloque histórico (estudien eso).
Uno gobierna con hegemonía mediática y social (oligarquía, un sector abundante de clase media en decadencia, y el laburante sin “clase para sí” (Lenin) que no se rebela ni apoya, pero que forma parte de aquel 51%. Un bloque en el poder con fisuras que ya no representa al 51 y menos a todos los argentinos. Y, desde el silencio de 4 meses y 4 días, Cristina, la que ayer luego de salir de la indagatoria le fue a hablar al Bloque Contra-hegemónico que se está formando en la lucha social por estos días. Ella es La Presidenta de ese bloque socio-histórico. Y el miércoles 13 lo demostró ante una multitud estoica bajo una garúa persistente (300 mil, 200 mil) ¡qué va!…Cristina se plantó con otra vibra, distinta a la que nos tenía acostumbrados. No arengó a la pelea. Fue más calma y analítica, atravesada (sin dudas) por el factor emocional que tiene el movimiento nacional y popular en las calles. Calmó, no pidió prender fuego porque el fuego estaba allí en los corazones. Pero fue contundente y de eso tampoco quiero decir demasiado porque ustedes seguro la escucharon. Lo primero que se me ocurrió fue una imagen: “marcó la cancha y amplió las tribunas”. Esto es lenguaje político-futbolero pero tiene sustrato, en serio, sustrato. O mejor, es un diamante en bruto.
Marcó la cancha hacia adentro y hacia afuera. Le dijo en la puerta del Poder Judicial las cosas que pocos se animan a decir, hizo un balance del gobierno de Macri, y, sin nombrarlo, le metió tremendo quilombo al peronismo en su interna. Porque lejos de quedarse en una victimización (ante tanta gente, si ella decía: ¡A ellos, que me quieren presa!… se producía la demolición de un edificio en 5 horas de lucha callejera. No. Fue una Chamana (segunda imagen) que calmó a su tribu en pleno ritual, la orientó sin dar órdenes, y propuso una salida política concreta aprovechando la volada: construir un Frente ciudadano que incluyera a todos los que se siente mal en sus vidas cotidianas. Abriéndole el juego al peronismo pero sacándolo de su centralidad. Llamó a convocar a los sindicatos y movimientos sociales, organizaciones del pueblo, dirigentes que no pertenecen al FPV y que están con Macri a medias, para defender el trabajo: eso que hace digno al hombre. Simple, sencillo, pero no menos brillante como ese diamante en bruto. Salió como salen los grandes líderes que saben leer la realidad del nuevo escenario internacional y nacional: por arriba del laberinto. Y dejó pasmado al mundo comunicacional y político hablando sólo de eso.
Por eso… Cristina está a pocos metros del piso, en ese escenario hablando, y abajo los mortales. Los mortales son los dirigentes, a esos me refiero. El pueblo es inmortal, como concepto o noción si se quiere, es inmortal. Es el que se cuela en las fisuras de la historia, se cuela, porque nadie le regala nada. Por eso hay que colarse. Colarse significa corajear. Y eso hizo Cristina y el pueblo (una parte de él movilizado, otro tanto prendido a la tele, otros en las calles de las provincias). Los dirigentes con nombre y apellido son los mortales, los que se acaban. Individualmente se acaban. Solo contribuyen si salen del vedetismo y dejan la puerta abierta y se sacan las plumas. Invisibilizados a propósito hace un tiempo (miles de miles). Son los que aparecerán ahora sin pedir permiso, para colarse. Corajeando. Ya no hay que ir a escucharlos, son los que se tienen que subir (y ya lo están haciendo) en los improvisados escenarios en las luchas sociales defendiendo derechos. Esa mañana del 13, para mí, Cristina los dejó de yogin a todos los encumbrados dirigentes peronistas y kirchneristas (que nadie se atribuya nada porque significará no querer escuchar el mensaje de la Chamana). No porque los haya retado ni mucho menos. Sino por el planteo de La Presidenta (sí, la presidenta del bloque histórico contra hegemónico). Le dio una lección hasta a la propia militancia cuando los cortó en seco por las puteadas a los considerados traidores. “Así no los vamos a convencer”, dijo. Un mensaje multidimensional, abierto como una obra de arte a interpretaciones. A la Chamana la miraba el mundo y estuvo a la altura de las miradas.
Cristina fue a tribunales y transformó en acción política lo que el bloque en el poder había instalado como acción corrupta. Una discusión que le salpica al propio gobierno. Una mala estrategia. Es que gobernar es hilvanar y no un spot publicitario de campaña. Macri llego al gobierno por el spot y no sabe qué hacer con la realidad. Se acostumbró al spot que le rendía. Y eso no se cura. La enfermedad del spot publicitario no tiene cura ni Papa. Mal pronóstico entonces. Cristina “les plantó otra causa” en Comodoro PY, La Causa Nacional y Popular. Y además, tiró “algunas ideas” sobre cómo orientar las voluntades dispersas. Lo del prevaricato y esas cosas, es cuestión de libros y no me interesa. Bonadío deberá decidir sobre una causa, la causa popular que le plantó Cristina en la puerta de tribunales. Y eso, ya solo eso, es hacer historia, desviarla, encauzarla.
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