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Nov 01, 2015 La Quinta Pata Opinión Comentarios desactivados en ¡¿Qué 25 de octubre, eh?!
Por Fernando Rule Castro
…En verdad, no sé exactamente qué es lo que debemos hacer. Porque resulta antipático decir ¿Vieron?, yo les decía. Y la verdad es que ninguno tenía la posta. A quien más, a quien menos, a todos nos sorprendió un poco el resultado de las elecciones del 25/10. No nos podemos hacer los sabedores. Pero por otro lado, también tienen derecho – algunos, los que trabajan de verdad por el proyecto nacional y popular, o como se lo quiera llamar – a decir lo que ya venían diciendo, que esto o aquello no estaba del todo bien. Y la historia irá diciendo quienes tenían razón y quienes no tanto.
Y digo que no sé exactamente qué debemos hacer, cuando debería decir qué más deberíamos hacer, y qué deberíamos corregir. Porque, como dijo un maestro, no se trata de vivir festejando victorias, si no de pasar la mayor parte del tiempo reparando derrotas.
Los que tienen un trabajo concreto – la lucha sindical, la defensa de los derechos humanos, la propaganda (si, la propaganda), el periodismo, la docencia, la gestión gubernamental, la legislativa, la lucha por la justicia verdadera, la investigación social, la cultura, el arte, y tantos otros frentes – al menos en principio, deben seguir haciendo lo que hacen. El poder no se «toma», se va conquistando en muchas y variadas trincheras (diría otro que también fue maestro). Y bancarse las situaciones que no salen del todo como se pensaba.
Pero es cierto que hay momentos en que hay sentarse a pensar, a reflexionar cómo seguir.
(Creo que estamos en un momento en que hay peligro de retroceder, pero no estamos viviendo una derrota: ganamos las elecciones. En primera vuelta, es cierto, pero ganamos. Puede que, si la cosa fuera estática, perdamos la segunda vuelta. Pero ¿Quién sabe? Sigamos trabajando, a ver qué pasa).
La historia es mucho más larga que una elección nacional. Esto sin querer hacer como que no pasa nada. Pasa, si, y no es joda, pueden ganar los traidores a la Patria. Y hasta poner su presidente, claro que sí. Y ahí estamos obligados a laburar más, con las manos y con la cabeza. Y ahí entramos en algunos detalles.
Haciendo el recuento del parque y fuerzas propias, repasemos. Hay quienes dicen que tenemos muchos, o varios, gobernadores de provincia que son muy queridos por su pueblo… ¿Los tenemos? Me tinca que algunos, o casi todos, están con el proyecto por azar, o porque vieron que ganaba, o porque ser kirchnerista garpa. Pero no estemos tan seguros de que estén cuando la cosa se ponga fulera. Varios gobiernos de provincia se han colado en lo que Cristina – audazmente – iba sacando de la manga. Administraron como siempre la plata que les mandaba la Nación, como se dice. Propusieron algunas leyes en consonancia (copiando, para estar a tono) con lo que hacía Cristina. Pero dejaron a sus policías que se gobiernen solas, como hizo siempre la derecha. Atestaron las cárceles de pobres, como siempre. Llamaron a Paritarias sólo cuando lo propuso Cristina. Mientras, se beneficiaron, hicieron cartel, con una economía que imponía – revolucionariamente – Kicillof. Inauguraban obras hechas con plata destinada por el Gobierno Nacional. Hacían festivales con cachets pagados por Teresa Parodi. En lo poco que metían la cuchara en política internacional, no pasaban de viajar con los empresarios a ver si vendían un poco más (cosa que deben hacer, no digo que no), pero no se les cayó una sola idea como la de enfrentar a los buitres, o echar a la DEA, o de repatriar científicos. De propuestas… poco y nada. Todos los gobernadores están, lejos, a la derecha de Cristina. Y este dejarse llevar tiene sus consecuencias. Poner ministros que hasta el día anterior eran gerentes de empresas extranjeras, o abogados de esas empresas. Porque son «los que saben», claro, si han estudiado en las facultades de la economía y el derecho neoliberal. Algunos hasta saben chorear. La mayoría aceptó después de preguntarle a la mujer ¿A vos qué te parece? Me pagarían tanto… y me conectaría… En nuestra Provincia, formados en el Liceo Militar, o cerca. Otros que ni siquiera saben hablar, nunca lo hicieron ante una asamblea o algo así, nunca hicieron política. Eso sí, estuvieron siempre en los asados de los políticos… y por eso creen que «siempre se dedicaron a la política«. Otros, más turros, obedecían, y obedecen, «como todo buen político«, a los agentes del Departamento de Estado de EEUU, o directamente a la CIA (lo que consideran «tener buenos contactos«) como los puestos por Mazzón, que en paz descanse. La mayoría, más pedestres y más inútiles, se colaron simplemente para hacer carrera. Y en esas huestes mediocres hasta hay quienes pasaron varios años en la cárcel, luego de militar en organizaciones armadas. Se colaron de ministros, diputados, secretarios, asesores.
Pero no nos escandalicemos, oportunistas hay siempre en los procesos revolucionarios (uso la palabra para no decir de cambio). Pasa en todos lados. Hay que laburar siempre para separar la paja del trigo. Es como la higiene corporal, uno se baña, pero a la mañana siguiente,… hay que ducharse de nuevo. La corrupción – la de la guita y la intelectual – es inherente al capitalismo. Y quizás a la especie humana. Recordemos aquella historieta del chico pobre que le preguntaba al amiguito rico ¿Y tú, cómo tienes todo ese dinero? Lo heredé de mi padre… ¿Y tu papá, cómo lo consiguió?… Lo heredó de mi abuelo… ¿Y tu abuelo, cómo lo obtuvo?… Lo tomó… No la permitamos, en lo posible, pero sepamos que siempre, en todo tiempo y lugar, habrá que luchar contra la corrupción. Tampoco dejemos que los corruptos, los enemigos de la Patria, los que hacen del robo su política, nos corran con el cuento de la corrupción. Combatámosla, eso sí, dentro de nuestras filas.
También hay quienes cuentan, entre los nuestros, a los sindicalistas, o a muchos de ellos… Compañeros, reconozcámoslo, hoy, el sindicalismo argentino es pura mierda. Y hagámonos cargo. El glorioso e histórico sindicalismo que ayudó a formar Perón y fue protagonista de la gran transformación social y económica del siglo XX, terminó en una burocracia asesina que entregó compañeros delegados al genocidio de Videla; la mayor parte de la dirigencia sindical que resistió a la dictadura, desapareció. La que sobrevivió desvarió por el misticismo. Una pequeña parte, se reorganizó, pero no logró pasar de representar a los gremios de servicios, particularmente estatales. Quienes quisieron armar una nueva central obrera (entre los que me cuento, no escondo la mano) terminamos creando una nueva burocracia, ya no corrupta, ni asesina, ni ladrona, pero burocracia al fin, peleándose por cargos a espaldas de los trabajadores y sentados ya hace treinta años en los mismos sillones, que ya son de pana o cuero-cuero, divididos y especuladores como los que combatían. No hay, hoy por hoy, un sindicalismo fuerte que respalde masivamente al proyecto nacional. Y vaya uno a saber si Cristina lo tiene en cuenta. Digo, con todo respeto.
Tenemos una nueva – siempre lo es – juventud movilizada. Eso es cierto. Pero para la magnitud de lo que estamos viviendo, necesitamos una juventud rebelde. Para los gobernadores, con ser kirchneristas ya serían suficientemente rebeldes, pero no llegan ni a eso. Pero las agrupaciones juveniles, parecen esperar siempre que les digan qué hacer. No ha surgido una corriente juvenil que se pelee (si, que se pelee) con sus mayores del mismo partido por diferencias políticas de fondo… ni de superficie. No hay líderes juveniles que disputen poder dentro de sus mismas filas. Y eso, en un proceso…, revolucionario, es imprescindible.
En suma. La historia de la liberación sigue. No hay fin de nada. Que debemos retocar cosas, sí. Se me ocurren esas tres, al menos.
Cuadros en todo el territorio con ideas propias, y hasta sin cargos en principio y hasta sin sueldos de ministros. Para eso habrá que abrir mucho más el debate de ideas y no asustarse porque los pibes digan barbaridades.
Volver a tener en cuenta, en los análisis políticos estratégicos, la necesidad de un sindicalismo fuerte, nacional y combativo. Aunque haya que lidiar con él.
Agrupaciones juveniles que quieran romper todo, cambiar el mundo, discutir todo, iconoclastas, irrespetuosos, que todo eso es ser joven. Y sin esos jóvenes… pocos avances habrá.
Por lo demás, sigamos trabajando como hasta ahora, pero un poquito mejor. Que ahora, o más adelante, ganamos.
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