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Que será, será
Recientemente aparecieron noticias que, para quienes sostienen un milagroso corrimiento ideológico desde el Bergoglio conservador hasta el Francisco rebelde, debe resultar difícil explicar. Aún más luego de los discursos progresistas durante la apostólica gira por Cuba y Estados Unidos.
En el artículo sin firma de Página 12, “No escuchen a los zurdos”, se informa que ante el nombramiento de un cuestionado obispo de Osorno en la hermana república de Chile, el pontífice no solo lo defendió sino que llamó “tontos” y “zurdos” a los denunciantes. Estas palabras no se acomodan demasiado bien dentro del tono discursivo, ahíto en tolerancias, desde que el arzobispo de Buenos Aires ascendió a papa.
Hace un tiempo, cuando le preguntaron sobre los homosexuales, en lugar de las respuestas unánimes y blindadas a las que acostumbraba la jerarquía vaticana sobre el tema, dijo “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? (La Nación, 29 – 07 – 13). Un arco de cautas esperanzas se abrió a partir de entonces en la comunidad universal LGBT en lo referente a la posibilidad del principio del final de su perdurable marginación de la grey católica. Por ello, llama la atención una noticia que entre otros medios levantó Diario Registrado y que reza, “Un cura presentó a su pareja y el Vaticano respondió con su expulsión”.
La celeridad de la decisión después de la confesión del sacerdote polaco Krzysztof Charamsa, de prescindir de las labores que cumplía, incluida su actividad docente en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, parece dar marcha atrás sobre las declaraciones del mismo sumo pontífice hace solo un par de años. En este sentido La Nación (“El Papa, en el inicio del Sínodo: ‘Una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma’”) aportó, con la ayuda de cables de DPA, Reuters y AFP, una especie de ratificación de la sanción a Charasma: “…Francisco defendió la indisolubilidad del matrimonio, condenó el divorcio y reiteró que la familia se compone de un hombre y una mujer.”
Por su parte, la advertencia sobre los zurdos y los tontos de Osorno reverdecen los prejuicios anticomunistas de los que se sospechaba a Bergoglio antes de su nombramiento ecuménico y los pruritos retrógrados de quienes lo acompañan todavía manejando las riendas en las altas cumbres de la iglesia católica.
Qué será, será. ¿Será lo que deba ser? ¿El papa Francisco a la cabeza mundial de un catolicismo amplio y remozado o el fin amargo de otra esperanza edénica?
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