Sentido común, conspiraciones y los “Panama papers”

Abr 10, 2016 Hugo De Marinis Mundo Comentarios desactivados en Sentido común, conspiraciones y los “Panama papers”

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Las teorías de la conspiración, por lo común, activan en el ser humano promedio anticuerpos dispuestos a cuestionar su verosimilitud. Uno de los más comunes de esos anticuerpos es el vilipendiado sentido común. Ponele que viene un personaje cualquiera y te habla de un plan secreto de fuerzas del mal absoluto para apoderarse del universo, del planeta, tu país, tu casa modesta – si tenés una – más tus escasos haberes. El sentido común te alerta de que el interlocutor que te plantea semejante nueva puede padecer alguna insania psicológica de mayor o menor seriedad.

El pensamiento crítico recomienda protegerse del sentido común – de ahí lo de “vilipendiado” – porque se lo supone conformista, inane, y cuando no, abiertamente reaccionario. Pero todo depende de la situación. En el caso de más arriba, el sentido común se relaciona a la experiencia de vida para un posicionamiento propio frente a manifestaciones razonables, insignificantes o frente a delirios. Funciona como anticuerpo ante presuntas necedades o grandes verdades y por lo tanto uno no tiene por qué pecar de ingratitud ante tan preciado don.

El 4 de abril cuando recién comenzaban a hacer ruido los “Panama papers”, en La Izquierda Diario de los compañeros trotskistas del PTS, Fernando Rosso advertía la falta de nombres norteamericanos, alemanes y otros buitres occidentales – salvo el primer ministro británico David Cameron – y la presencia de un país insular (como Islandia), y algún que otro rey, sultán, jeque o politicastro de nación tercermundista (como el presidente argentino). El columnista atribuía las ausencias al origen germano-estadounidense de la investigación que descubrió el contubernio.

Las posturas antisistémicas del trotskismo contemporáneo argentino, pese a su participación en el sistema electoral, son archiconocidas. Sin discutir su mérito también poseen la virtud de disparar el dispositivo del sentido común de la pobre inocencia de la gente progresista respecto a teorías alocadas. La omisión que apuntaron en su diario no deja de ser rara, sin embargo.

Uno trata de dormir tranquilo, al lado del tibio sentido común, vacunado contra conspiraciones malignas, y resulta que hay congéneres que se gastan días enteros y sus noches en ver cómo te joden. Peter Dietsch, profesor de filosofía y economía de la Universidad de Montreal, lanzó en el Globe & Mail canadiense el sábado 9 de abril – apenas distinguible su artículo en la sección “Negocios” del diario – un mensaje que instaba al mejoramiento en la recolección mundial de impuestos para resolver un problema del que el mundo entero ya estaba enterado. A saber, “la evasión ilegal de impuestos y la elusión legal (pero a menudo inmoral) se mantienen muy generalizadas”. Aparte del consenso global necesario para combatir delitos económicos, el escriba confiesa asimismo que “el descubrimiento de que políticos activos en la actualidad se encuentren involucrados sugiere que la resistencia [al mejoramiento mundial en el cobro de impuestos a evasores] está profundamente arraigada”. No menciona la ausencia de renombrados magnates imperiales en las listas denunciadas.

Luke Harding, periodista del inglés The Guardian y miembro de la organización que realizó la investigación fue tapa del Toronto Star el domingo 10 de abril con una nota de fondo que recorre las actividades de Mossack Fonseca, en gran parte non sanctas en las que con las de dudosa legalidad conviven “la facilitación del crimen y el lavado de dinero”. La firma tiene regulaciones que debe respetar en lo referente a la legitimidad de sus clientes. Según el periodista esto último no ocurre a menudo. Tampoco hace alusión, como el profesor Dietsch, a esa gran proporción de evasores que se malicia que existen pero que los investigadores obvian de modo ostensible.

Hay que llegar a Alfredo Zaiat, que no parece trotskista, para atar cabos sobre la ausencia de tránsfugas notorios entre los evasores de los “Panama papers”. En su columna dominical de Página 12 informa de una interna entre los titanes-chorros de la evasión global: de un lado el buitre Paul Singer y del otro Mossack Fonseca. Los cómplices de Singer no aparecen en los “Panama papers” porque resguardan sus tesoros producto de delitos de guante blanco o directamente mal habidos, en otras cuevas, con preferencia en los mismos Estados Unidos. ¿Son Paul Singer y sus laderos los impulsores de la investigación para sacarse de encima un competidor y quedarse con un negocio global súper lucrativo? ¿Jorge Lanata y su departamento de más de dos palos verdes en Miami, será uno de los testaferros menores de Singer?

Uno puede seguir hilvanando y llegar a conclusiones inusitadas. Como que los medios progresistas le dan más espacio a estos “papers” que los conservetas. ¡Oh novedad! ¿Por qué ha de ser así, según el sentido común? Que se ha naturalizado el afano de los más ricos y sus corporaciones y que el inocente humano promedio, a esos ricos, les importa un cuerno. Que los compañeros troskos, a veces, andan bien encaminados. Que los poderosos tiran de la piola a ver hasta dónde van sin que se arme quilombo. Que en Sudamérica los medios hegemónicos – los más agresivos por derecha del planeta – encubren imperturbables sus negociados tratando de enchastrar a otros; el primer ministro del Reino Unido, en tanto, se tiene que fruncir para justificar su nombre en las listas de los “papers”, junto a narcotraficantes y bandidos internacionales. Que la conspiración de los que no duermen para joderte se halla en pleno desarrollo y que el sentido común, pese a su noble gracia, duerme el sueño de los giles. No queda otra que zamarrearlo para que despierte.

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