Un relato de la injusticia

Dic 08, 2015 Ricardo Nasif Opinión Comentarios desactivados en Un relato de la injusticia

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En estos días históricos, los diarios de la última semana nos informan que Tadeo García Zalazar gana en Godoy Cruz con un resultado histórico, que el arquero de River Plate -con su boleto a Japón en la mano- se prepara para vivir un momento único e histórico, que en la AFA aguardan expectantes una elección histórica, que EEUU tomó  la decisión histórica de admitir a mujeres en la línea de fuego, que se produjo el reencuentro histórico entre el nieto recuperado 119 y su madre, que el Banco Central Europeo mantuvo la tasa en el mínimo histórico, que el Papa culminó otro histórico viaje en África y que reclamó un gesto de reparación histórica con los pueblos originarios, que la histórica crecida del Paraná mantiene en alerta a pobladores de Itatí, que el intendente de la Ciudad de Mendoza acusó a Paco Pérez de dejar la provincia en estado de abandono con hechos históricos, que nunca antes han ocurrido (sic), que finalmente la histórica elección en la AFA terminó en un histórico papelón… Y así, a tres minutos de producidos los hechos se decreta la historicidad oficiosa, en un compendio histórico del cual vaya a saber qué libro de Historia algún día dé cuenta.

Todo es historia, ¿todo es histórico?

En estos últimos años -históricos por cierto- hemos escuchado y dicho, con la repetición y el sonido de una metralla, que los medios de comunicación dominantes construyen un relato. Y si asumimos que ese periodismo es como una primera versión de la historia -como señala el periodista Bill Kovach-, las páginas de la prensa hegemónica terminan constituyéndose en una fuente poderosa de lo que será o no será lo históricamente determinado.

Será o no será histórico, esa será la cuestión que se define en los diarios del hoy. Es por eso que tal vez la potencia esté tanto, o aún más, en los silencios que en los sonidos, en las omisiones de la pontificación historicista que en las palabras impresas de los diarios del poder.

Esta semana, el uso y el abuso de la calificación de lo histórico de los grandes diarios de Mendoza no resultó adjetiva para un largo ejemplo de impunidad. El pasado 1° de diciembre, el poder judicial resolvió postergar para abril de 2016 el enjuiciamiento del policía en funciones Mario Biasiori, el único acusado de asesinar a Cristian Reyes hace ya casi diez años. La justicia encontró una nueva razón para demorar aún más lo que viene históricamente demorado, en una provincia que exhibe una historia vergonzosa de gatillo fácil.

En Mendoza, desde 1983 hasta 2014, se han perpetrado cerca de 230 asesinatos calificados como casos de gatillo fácil, el número es inexacto porque la violencia oficial también alcanza a la carencia de estadística precisa. En su gran mayoría jóvenes pobres víctimas de centenares de policías implicados en los crímenes. En su gran mayoría, homicidios judicialmente impunes, como el de Cristian Reyes.

El 1° de diciembre fui al Palacio de Tribunales para acompañar a los familiares de Cristian, las madres de los pibes asesinados por la cana y las organizaciones que luchan insistentemente y con dignidad contra la violencia institucional. Me resultó conmovedor el contraste de las mujeres luchadoras y la frialdad simbólica y real de ese edificio tan grecoromano, tan pulcro como granítico.

Las palabras hablan, los silencios gritan y, en el interior de ese palacio judicial, también las paredes dicen y callan mucho. En la planta baja cuelga de los muros inmaculados una muestra “artístico-histórica”. Una placa de bronce la anuncia a los visitantes: “Arte Documento. Un recorrido histórico desde 1810-2010. Obra de la artista plástica Gabriela Romero. Mendoza, 31 de mayo de 2010.” La muestra del Bicentenario, desplegada en todos los pisos del palacio, se propone señalar con las metafóricas agujas de un reloj fechas importantes o de marcada trascendencia institucional.

La artista ha recurrido a una curiosa cronología gráfica dividida en cincuentenarios o cuasicincuentenarios y en cada uno de esos períodos rescata una fecha importante: la Revolución de Mayo, la Constitución Nacional, la Ley Saenz Peña y la Restauración Democrática de 1983. Casi como si se emulara un índice sintético de los manuales de Drago o Ibáñez de las viejas escuelas secundarias.

A medida que uno asciende piso a piso por el edificio se encuentra con frisos históricos dedicados a la Fundación de la Ciudad de Mendoza, el Día Provincial del Agua, la Independencia Nacional, el fallecimiento de Domingo Sarmiento y José de San Martín, hasta culminar con una dedicatoria a los Departamentos de la Provincia de Mendoza.

El más curioso y extemporáneo de todos los capítulos de la muestra está en el primer piso. Allí pende un reloj con una imagen dominante de Cristóbal Colón y colonizadores españoles por sobre la representación de unos pobres indios. Debajo, la siguiente leyenda:  “Las agujas se detienen conmemorando una fecha importante. 12 de octubre / Día del respeto a la diversidad cultural. Se conmemora la fecha en que la expedición de Cristóbal Colón llegó a las costas de una isla americana en 1492. El 12 de octubre se ha considerado como un día memorable porque a partir de entonces se inició el contacto entre Europa y América, que culminó con el llamado “encuentro de dos mundos”, que transforma las visiones del mundo y las vidas tanto de europeos como de americanos. Se recuerda el descubrimiento de América y las implicancias que este hecho significó para el nacimiento y crecimiento y desarrollo de un nuevo mundo”

Qué agravio para los pueblos originarios y la dignidad humana que una muestra histórica en un edificio donde se imparte justicia revuelque en un merengue la diversidad cultural con la concepción memorable del 12 de octubre, choque una supuesta poética del contacto con la realidad cruda de la invasión, evoque el encuentro de dos mundos donde hubo genocidio y saqueo, confunda el descubrimiento con la ignorancia y califique de un nuevo mundo a un milenario cosmos plural incomprensible para la inteligencia europea.

Este botón de muestra de escaso valor artístico es parte de una versión histórica de la justicia, o mejor dicho un fragmento del relato de la injusticia organizada, donde no hay lugar para los obreros y las trabajadoras, donde sólo caben como condenados los locos, los borrachos, las putas y los guachos -como canta la Bersuit-. Un relato sin las pibas y los pibes que, como Cristian, mueren asesinados por un poder impune que históricamente mata.

happy wheels

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