¿Qué es una off shore y dónde se la encuentra?

Mar 18, 2018 La Quinta Pata Opinión Comentarios desactivados en ¿Qué es una off shore y dónde se la encuentra?

Por Eddy Whopper

El affair Panama Papers expuso frente al saber vulgar una nueva especie del mundo sensible: la empresa off shore.

Esta puesta en escena inició, a partir de entonces, una fuerte disputa, que versó sobre la legalidad o ilegalidad de estos modos de negociar, repentinamente aparecidos en casi tres terabytes de documentos aportados por un anónimo John Doe. Un segundo nivel de discusión llevó la controversia al terreno de la ética pública y aun al de la ética formal entendida como moral preceptiva. En algunos casos, los juicios del soberano rápidamente se impusieron por sobre los del deber ser jurídico; un puñado de funcionarios previsores tomó con alguna sabiduría el mensaje y abandonó las togas y los escaños para acogerse a los prudentes beneficios de la ocultación y de la renta vitalicia.

En nuestro país, el debate abrevó de otras aguas. La enorme mayoría de la población no dedicó siquiera un minuto de su amable atención a la pesquisa de la naturaleza de estas agrupaciones delictivas. Las primeras planas de Mauricio Macri en la prensa internacional no encendieron ninguna mecha de indignación en quienes, tan sólo meses antes, atiborraban las plazas y destrozaban la vajilla mientras exigían vociferando la horca de los “ladrones” enquistados en el gobierno, o reprochaban al son de las vuvucelas la compra de carteras; o se quejaban del menú inmerecido de los funcionarios kirchneristas durante los viajes en que se negaba a los acreedores internacionales el pago de deudas que habían sido arregladas, en el pasado, por los mismos que ahora eran nombrados en la lista de los Papeles.

El vigor del fenómeno de sugestión colectiva, que operaba día a día fogoneado por el discurso unidireccional de los medios que construían la idea de inocencia, se fue evidenciando con el correr de los meses. No vimos tampoco, por esos días, reacciones de indignación de aquellos actores, a pesar del crescendo de corruptela que se desbarrancaba a medida que más detalles se conocían de aquel informe anónimo. Mauricio Macri, sea individualmente, sea en su carácter de gerenciador de uno de los grupos económicos más importantes de Latinoamérica, comenzaba a aparecer en más de una empresa. En la percepción del imaginario “Cambiemos”, se trataba de otra maniobra de Franco, su padre, un dictador de cuyas irresponsabilidades y codicia Mauricio habría sido víctima, cercado por el temor reverencial y la exigencia de respeto a los ascendientes. “Me dieron algo para firmar y lo firmé -declaró por entonces el presidente- ¿cómo voy a saber de qué se trata?”

Todo comenzó a reproducirse por brotación, como en la mitosis de los bollos de pizza. Dos, tres, cinco empresas off shore rotuladas con el “sello Macri”. Una ex amante de su padre también quedó denunciada como directora de alguna sociedad panameña. Pasaban las semanas: diez firmas, quince. Todos los ministros, los compañeros de colegio del presidente, hijos de empresarios consolidados, sus esposas, sus amigos, sus jardineros: no iba quedando ninguno que no fuera titular de alguna denominación caribeña. Un día, las empresas llegaron a CINCUENTA; y no sólo estaban radicadas en Panamá, sino en prácticamente todos los “paraísos fiscales” del planeta entero. Allí iba a parar el dinero de impuestos que debían haberse pagado y se evadieron; allí había ido a parar gran parte del encaje bancario “acorralado” cuya denegación de restitución había provocado la crisis del 2001. El público macrista, sin embargo, no se inmutó. Los jarrones no se cayeron de los estantes: no hubo temblor. La turba honestista no movió ni una de sus cacerolas, a pesar de la magnitud del crimen, del daño social producido y de la repercusión de ese daño en sus vidas y en sus futuros. ¿Por qué?

Una respuesta que, entre muchas, explicaría esta inacción de las clases aspiracionales, se da en el ámbito de la eficiencia de la propaganda oficial, que opera invicta sobre la estructura emotiva de sus seguidores. Estoy convencido, y no es la primera vez que lo digo, de que el macrismo es una emergencia de desarrollo psíquico, condicionado por la mercadotecnia y la dinámica “ensayo-error” de la posibilidad de elevación del Experimento Neurociencia al estándar de conocimiento. Desde esa óptica, es posible que el macrista persuadido no vea en el macrismo y en sus protagonistas sino un estímulo neuronal de inmediato efecto emotivo positivo.

Sin embargo, a mi modo de ver, en este caso –el de la impunidad social del presidente y su entorno en la explotación de empresas delictivas- actúa como co-protagonista un segundo elemento: la dificultad de esas clases aspiracionales de incorporar abstracciones, producto de un dilatado período de impulso voluntario de un proceso de “des-intelectualización” a favor del placer inmediato o de la desidia.

En efecto: ¿qué es una empresa off shore, sino una entelequia? ¿Cómo puede aprehenderse, sin un ámbito de ejercicio dialéctico-reflexivo frecuente, al calor de un segundo escalón de curiosidad, del que esas clases aspiracionales prescinden? Para peor, los nombres de las sociedades clandestinas vinculadas con el Grupo Macri conducen, además, a su expulsión violenta del terreno de lo figurativo, lo cual complica aun más el asunto: una empresa, por ejemplo, se llama “Le Mare A-18”; otra, “BF Corporation”; otra, “Affinis Partners II”; otra, “Framac International LLP”; otra, “EQT”; otra, “Yoo H-45”.

¿Qué diferencia existe, además, para esas clases voluntariamente desprovistas de elementos culturales que les sirvan de parámetros de buen juicio, entre una “empresa” y una “empresa off shore”? Yo, adherente al cambio y sujeto aspiracional estructural, ¿no he votado, después de todo, admirado por el carácter de empresario exitoso del candidato principal? Entonces, ¿qué más convalidación de la idea de éxito, que mi elegido tenga la más amplia variedad de empresas que dar se pueda? La confirmación de la titularidad de empresas off shore, ¿no otorga certeza apodíctica acerca de que Mauricio Macri ES un empresario? Pues, en ese extremo, se cierra toda discusión.

Y, por lo demás: ¿en dónde está, exactamente, Panamá? ¿En qué lugar del Caribe están las Bahamas, qué cosa son las Islas Caimán? ¿No se trata de sitios (si es que lo son) absolutamente ajenos al espectro de interacción de esas clases votantes? Es decir: ¿no se ubican en una extrazona diametralmente fantasmal –y por ello, teñida de irrealidad pragmática- respecto del aquí y ahora? Y si están tan lejos… ¿están? ¿No será todo una mentira? La adquisición de una filosofía sencilla de autosuperación y conexión con las concreciones del presente, ¿no supone la eliminación de toda forma de pensamiento especulativo? Entonces, ¿para qué esforzarse en captar lo complejo, que, además, sólo nos dejará como resultado enunciados probables? ¿No conviene seguir creyendo y colocar nuestras energías (que provienen del… ¡Universo!) en el agotamiento pleno del presente?

Las empresas off shore, entonces, no existen; o, en esta nueva naturaleza de los aficionados a la “autosuperación”, para quienes sentir es una acción trascendente axiológicamente superior a pensar, existen en la medida en que Tú desees que existan. Además, como se adelantara, a los efectos prácticos no están en ningún lado. Serán, en último término, como el átomo, a quien nadie ha podido fotografiar. Las empresas off shore son una profesión de fe.

Frente a este panorama, toda la cuestión abandona la escena de lo ontológico y asume el estatus de flatus vocis: voces del viento, locuciones autorreferenciales o más bien lisérgicas que designan entidades desconectadas de la realidad objetiva.

Entonces, en marzo de 2017, el Presidente de las 50 off shores es desvinculado por la Oficina Anticorrupción de cualquier posibilidad de imputación. Seis meses después, es absuelto por el Sistema Judicial.

Y unas pocas semanas más tarde, su partido gana las elecciones y amplía el número de representantes en municipios, concejos, distritos, provincias, legislaturas y congresos de todas las jurisdicciones del país.