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May 18, 2015 Aída Galán Guajardo Recomendada Comentarios desactivados en Vigilar (nos), castigar (nos) discilplinar (nos)… matar (nos)
“¿Qué dice la serie que se actualiza día a día, que tiene los ardores del fuego, el salvajismo del combustible arrojado, el delirio de los golpes sobre la carne blanda o el disparo? ¿Qué indica el número que crece?”
María Pía López.
Luchamos años y años por visibilizarnos, luchamos años y años por igualdad, luchamos años y años para liberarnos y liberarlos de un sistema de dominación patriarcal que asfixia y destruye a unas y otros también, aunque muchos ellos no lo vean así.
Visibilizar-ocultar.
Visibilizar?: Ya es visible, el castigo lo es… el castigo que intenta disciplinar y los medios que le hacen el juego apuntando a la víctima y sus costumbres, elecciones de vida, proliferan los dedos acusatorios, se maquilla con aquella historia de amor pasional, crimen pasional, descontextualizando las condiciones sociales que generan la violencia de género, ocultando.
Ocultar (proteger), ahora ningún espacio protege, en las vidrieras se dispara, quema, apuñala, los femicidas funcionan en tanto producen una lógica de expectación: construyen una escena para ser vista, que termina de completarse en esa visibilidad, aunque entirren a la víctima, en ese acto, visibilizan que bajo tierra quedarna nuestros sueños de libertad y autonomía. La ejecución se presume castigo legítimo, por eso el verdugo la muestra.
Visibilizar: Tiene entonces un profundo (terrible) sentido pedagógico. Mata delante de otros, incluso puede matarse luego. Por eso no es un crimen pasional –decidido abruptamente- y mucho menos producto del amor –como cierto periodismo se empeña en caracterizar, como si amar no fuera un afecto de cuidado o deseo-. Un femicidio es un acto de violencia, puramente, que repone una enseñanza, un llamado al orden, un grito contra lo que se percibe como situación de modificación amenazante. Castiga en el cuerpo de la mujer lo que señala como rebeldía. Las nuevas conquistas deben ser y son castigadas con la muerte.
Ocultar: los medios en un aparente intento de visibilizar diseminan imágenes del horror aunque el sistema discursivo oculte la verdad del crimen y el reclamo de justicia de familiares de las víctimas y organizaciones de mujeres. Sin embargo en ese juego casi perverso esparcen los efectos disciplinatorios de tal acto, o acaso no cumple esa función los prejuicios sobre los modos de vestir, las prácticas sexuales o los estilos de diversión u horarios en los que circulan las mujeres? ¿No se termina de realizar ahí el acto pedagógico, cuando se sacan las moralejas y se convierte en manual, con la excusa del cuidado? ¿O cuando comienza a circular la idea de que mejor sería restringir las libertades para preservar la vida?
Ya sé, esto no es nuevo…. Siglos y siglos de padecimientos y horrores sobre nuestros cuerpos-mentes, pero si me resulta fatalmente novedoso la multiplicación diaria de los femicidios en estos meses. Es nuevo el alcance y la coexistencia con modos más libres de vivir la diferencia entre géneros. Sin este contexto en el que se van hilando las legitimaciones discursivas y las enseñanzas prácticas entre asesinos, los guiños de unos a otros, y la idea general de una pedagogía colectiva a realizar, es incomprensible que un adolescente de 16 años mate a su novia de 14 y la entierre. Es decir que pase de haber cometido algo horroroso pero trágico a incluirse, con el intento de ocultamiento, en el colectivo de los verdugos para visibilizarse.
Definitivamente lo que debe visibilizarse y materializarse es nuestra indignación, nuestro ya no ahogado grito de BASTA, nuestro organizarnos y reclamar a la sociedad y al Estado, a este último la urgente Ley de Emergencia contra violencia de género, instrumento que nos permitirá un efectivo cumplimiento de la Ley Nº 26.485 “Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”.
Este 3 de junio en todo el país, todas y todos: NI UNA MENOS!
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