En manos del pueblo

Oct 06, 2019 La Quinta Pata Recomendada Comentarios desactivados en En manos del pueblo

La realización casi simultánea de elecciones presidenciales en Bolivia, Argentina y Uruguay se trata tal vez de una última posibilidad para que los pueblos del Abya Yala vuelvan a poner un manto de equilibrio luego de un fugaz pero híper-destructivo paso de gobiernos neocoloniales, neoliberales y neofascistas por algunos de nuestros países hermanos.

Editorial 185 de Prensa Rural

Después de idas y vueltas varias, de modificaciones y ajustes en los requisitos, cronogramas y plazos para las distintas instancias de los procesos electorales, de especulaciones propias de las internas políticas de los países y de algunas intentonas injerencistas que terminaron por fracasar, y en el contexto de un muy complejo y cambiante escenario regional y global, finalmente parecen estar dadas las condiciones para que Bolivia, Argentina y Uruguay definan en comicios democráticos, respectivamente el 20 y el 27 de octubre, qué modelo destinarán para sus sociedades durante el próximo quinquenio.

El énfasis con que desde este espacio y en otras secciones de este semanario hemos insistido acerca de la centralidad política de estas tres elecciones casi simultáneas no ha sido en vano y se complementa con decenas de perspectivas de todo el continente que también consideran como una gran -y acaso última- posibilidad para que los pueblos del Abya Yala vuelvan a poner, desde su participación más allá del voto, en la lucha y en la resistencia diarias, con la toma de conciencia y el empoderamiento de los movimientos sociales, un manto de equilibrio luego de un fugaz pero híper-destructivo paso de gobiernos neocoloniales, neoliberales y neofascistas por algunos de nuestros países hermanos.

Claro que desde hace un año -cuando comenzamos a trabajar editorialmente sobre estas fechas bisagras en su conjunto- dicho escenario se ha mostrado fluctuante e inestable, fundamentalmente debido a las preferencias electorales de sociedades cada vez más inaprensibles -aún en pleno auge del big data y de prácticas democráticas medidas al milímetro por instituciones estatales y privadas- y a los movimientos torpes del invasivo Estados Unidos de Donald Trump, cual elefante en bazar, con su plan de volver a aplicar de la manera más cruel su desempolvada «Doctrina Monroe».

Así tenemos que, tras quebrar el resto de institucionalidad que quedaba en Brasil, finalmente hace 10 meses un payaso asesino e irresponsable como Jair Bolsonaro asumió la presidencia de la mayor economía latinoamericana -con lo cual restan más de tres años de un poder desquiciado que destruye sin pausa su país a la vez que pone en serio riesgo a sus vecinos-; en México ascendió López Obrador, con la ilusión de algunas transformaciones importantes, pero en un desafiante camino lleno de obstáculos; y en tres países centroamericanos triunfaron nuevas opciones de tinte más bien moderado y «antipolítico».

A su vez, continuó implacable el asedio imperial contra la heroica Venezuela; el bloqueo a Cuba cumplió 60 años de genocidio ininterrumpido; la sostenida violencia estatal y paraestatal en Colombia sigue provocando una sangría interminable de dirigentes sociales, originarios y campesinos; una irrestricta política de toma de deuda ilimitada y despilfarrada en mera especulación financiera metió a Argentina en una crisis extrema; y en general la región muestra retrocesos de toda índole, con los pobres de toda pobreza en la primera línea de «descartables».

En un plano más estricto, la integración regional también se disgrega al pulso de los retrocesos puntualizados, aunque con algunos visos de esperanza a partir de la conformación del ‘Grupo de Puebla’, que reúne a presidentes, exmandatarios y referentes políticos del progresismo latinoamericano, de México al sur, con especial atención a la reconfiguración de fuerzas que implicarían la continuidad del Proceso de Cambio en Bolivia y del Frente Amplio en Uruguay, así como el regreso al poder del peronismo y el kirchnerismo en Argentina.

Sin embargo, por diestra y siniestra los sueños bolivarianos no gozan de buen presente: la UNASUR fue dinamitada por los gobiernos de derecha con una estocada traidora y final del ecuatoriano Lenín Moreno; su espejo deformante, PROSUR, parece haber sido creada sólo para atacar al gobierno de Nicolás Maduro; el MERCOSUR fue puesto en terapia intensiva por un lesivo preacuerdo orquestado por Bolsonaro y Macri con la Unión Europea -y la resistencia de varios de sus países integrantes; y la OEA continúa atada a los designios de Trump a través de su dócil secretario general, Luis Almagro.

Por eso, tanto como en la época continental de apertura democrática tras las dictaduras del Plan Cóndor, o cuando se gestaron las crisis de las democracias tuteladas de las dos décadas siguientes; o con el «milagro latinoamericano» de grandes líderes concurriendo al frente de sus países, como Lula, Néstor, Rafael, «Pepe» y el propio Evo; el futuro de las próximas generaciones, más que nunca, está en manos de los pueblos.