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Ago 04, 2019 La Quinta Pata Cine Comentarios desactivados en El espacio del amor
Mi comentario de esta semana es para una película no tan recomendable, Her (2013) de Spike Jonze. ¿Porque no tan recomendable? Básicamente porque no es entretenida, está catalogada como un drama de ciencia ficción eso debería dar al menos un panorama de lo que va, tampoco es “divertida” porque es que existen dramas divertidos y quizás sea demasiado edulcorada con todo el sentido del término; una opinión de youtube la describe como demasiado hipter comparto esa visión, concibo que es de una estética que intenta acercarse al cine independiente; así las cosas también cabe decir que fue considerada por sus cuantiosos premios la mejor película del 2013. Confieso que la primera vez que la vi me pareció fantástica y quede profundamente conmovida por su belleza, la segunda vista me pareció un poco mucho toda la carga estética pero entiendo que cierto cine estadounidense tiene ese componente “explicativo” en lo visual narrativo que al ser tan perfecto técnicamente puede resultar artificial y saturar de sentido.
Su realizador nació en Estados Unidos en 1969, es productor, director de cine, guionista y actor. Un dato de color que aparece en la web es que ha estado casado con la directora/ actriz Sofía Coppola. Su separación conyugal fue en el 2003, un tiempo después de que ella recibiera el Óscar al mejor guión por la película Perdidos en Tokio (Lost in translation), que casualmente también tiene como protagonista a la bella Scarlett Johansson, contingencias pintorescas, diez años después él recibiría también un Óscar por mejor guión con su película “Ella”.
Jonze realizó sus dos primeros films con la estrecha colaboración del célebre guionista Charlie Kaufman que tiene la característica de dotar a sus personajes de densos diálogos en la aparente búsqueda de una narrativa cuasi literaria, característica que al menos en este film parece haber tomado como guía.
La sinopsis es simple en un futuro utópico cercano las personas seremos asistidas por sistemas operativos para ordenar nuestro mundo virtual; Theodore es un hombre de mediana edad con un trabajo estable que estaría atravesando un duelo por su reciente divorcio, comienza una relación con su sistema operativo que se autodenomino «Samantha» quien al principio aparece solo como una voz pero que con el desarrollo de los acontecimientos sabremos que es mucho más hasta incluso posee aspiraciones casi humanas (http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-206799/).
Se pueden abrir al menos tres sentidos o hilos para comentar de esta película que aborda los modos de relación actuales, nuestra relación con la tecnología, el impacto de ésta en nuestro propio cuerpo. Puntos que intentare ampliar según mi parecer personal.
De los modos de relación actuales se podría delirar al infinito, no es la idea. Tomaré el punto que Theodore se relaciona con alguien que no tiene cuerpo. Además de ningún modo hay que olvidar los datos del primer encuentro, donde fue y que situación lo provocó, ella es su asistente virtual; habrá que pensar que asiste ella en esa relación que ambos entablan. Las relaciones con los otros cambian advertir que el primer encuentro da el encuadre de lo que podrá ser o los límites de ese vínculo es fundamental; en el mundo virtual hay la ilusión del no límite porque básicamente el espacio virtual no tiene límites precisos… algo de esto marca el final de la película. La realidad del cuerpo a cuerpo con otro está llena de restricciones que hacen a lo posible del lazo, tan frustrante a veces como necesario.
El mundo virtual si bien tiene algún soporte simbólico es casi exclusivamente imaginario, por ende no está excluido de los efectos que este registro tiene sobre el sujeto, una parte muy interesante de la película es la que nos muestra un giro argumental cuando Theodore corre por la calle debido a la supuesta caída del sistema operativo, deja el tono intimista de primer plano cerrado con el cual comienza la película hacía en un travelling de figura completa, mostrando literalmente la búsqueda física de algo que no podría alcanzar porque es subjetivo. Es un claro efecto del endeble sostén que produce lo imaginario cuando se encuentra con lo real de la ausencia física del otro. Pensaba/asociaba las formas de relación contemporáneas donde el “amor” o el sostenimiento del vínculo depende de un match o de un like en plataformas virtuales. Plataformas en donde seleccionamos aquello que decidimos mostrar haciendo algunas veces obvio aquello que queremos ocultar somos muy felices en las redes, situación poco posible de sostener prolongadamente (más allá del mandato a la felicidad imperante), esto va hacia el punto clave que tiene que ver con poner el cuerpo en el espacio con otro donde el mundo virtual que tanto nos resguarda del encuentro, hace agua.
Lo curioso es que el resorte de las nuevas formas de vinculación que podríamos poner en duda si hacen o no al lazo se desentienden de la cuestión fundamental que permite la constitución de dicho lazo, esta está relacionada con sostener en el espacio la diferencia con otro, quizás entonces si bien nos parece atractiva la imagen del otro, nos gusta la misma banda, vamos a los mismos lugares e incluso si profesamos la misma ideología política así todo lo que sigue estando garantizado es el malentendido que se da en el cuerpo a cuerpo. No niego que hay vinculo e incluso vínculos muy sólidos pero me cuesta pensarlos con las condiciones amorosas que implica el sostenimiento de una relación, más aun una relación de pareja.
Al principio y algo que si muestra esta película se da en los niveles más íntimos de relación, porque al fin y al cabo el otro es otro, esa búsqueda frenética de la coincidencia casi melodiosa cae en saco roto; lo posible es compartir un espacio porque el tiempo tampoco es nuestro y esa es la finitud de lo humano.
Íntimamente me pregunto qué se puede esperar de este tipo de vínculos, porque si lo que uno podría es compartir un espacio en un tiempo que no es poco, la película responde a esta inquietud de forma visual, basta con observar el recorrido de las escenas “felices” de Theodore, la realidad de estas escenas.
Entonces nuestra relación con la tecnología podría pensarse que se encara desde la responsabilidad del sujeto, la tecnología no es ni buena ni mala (conceptos problemáticos también) sino que plausible de un uso instrumental depende del poder que los sujetos le otorguemos, recordando que los humanos aprenden con mucha suerte de sus propias experiencias (já) entonces tenemos la ilusión de la completud a la vuelta de un click o en la insistencia del prueba y error, ir buscando cuál catálogo un otro sujeto se ajuste a mi deseo.
El mundo virtual no nos salva del desasosiego que puede producir la vida amorosa, el riesgo está presente y está buenísimo que este porque se trata de apostar aun sabiendo que el algoritmo no nos acompaña. «Enamorarse es una forma de locura socialmente aceptable».
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