Máquinas de reproducción

Jul 15, 2018 La Quinta Pata Género y Feminismos Comentarios desactivados en Máquinas de reproducción

Por Martina Lamy

Foto: Sara Gutierrez

Estamos en la era de lo tecno-científico, donde cada vez más se percibe una inversión institucional en el desarrollo de nuevas tecnologías reproductivas que, más que nunca, reducen a las mujeres a meros vientres.

En este contexto el cuerpo de la mujer es concebido, ante todo, como fuerza de producción/reproducción, es decir, un espacio de generación de vida que debe ser sometido a un conjunto de normas de regulación. El útero se convierte en una cosa que tiene que ser disciplinada dentro del cuerpo, del que la mujer no es propietaria, pues su gestión y control se deja en manos del entramado médico-jurídico, ya que sobre el útero rigen leyes distintas a las que regulan el resto del cuerpo.

A causa de ello, en la actualidad se despliegan una multiplicidad de nuevas tecnologías reproductivas que conllevan grandes y costosos estudios medicinales, y que apuntan a regular el cuerpo de las mujeres. Desde 1978 con el nacimiento de Louise Brown, quien se convirtió en la primer bebe-probeta, hasta el año 2017, se estima que en el mundo hay un total de cinco millones de niños y niñas nacidas in vitro.

Asimismo existe la técnica del coito dirigido que trata de sincronizar las relaciones sexuales con la ovulación mediante un control y/o estimulación de la misma y programación del momento de la relación; la inseminación artificial (puede ser con donante o conyugal); la técnica de transferencia de gametos a la trompa (GIFT); la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI); la gestación subrogada o subrogación gestacional (también conocida como gestación en «vientre de alquiler»); sin mencionar la técnica de congelamiento de óvulos de mujeres jóvenes con el objetivo de utilizarlos en un futuro, a modo de una póliza de fertilidad.

Tanta inversión de tiempo y dinero en crear técnicas de reproducción asistida no es casual. Por consiguiente, podemos pensar que no sólo el cuerpo de la mujer es transformado en un instrumento para la reproducción y tratado como una maquina natural de crianza, sino que también se convierte en el esbozo de una política de crecimiento demográfico, según convenga o no, al sistema imperante.

Pensemos por un segundo: ¿qué pasa si en el mundo se reducen al %50 los nacimientos por un periodo de 30 años? Probablemente la mayoría de la población existente sería de personas que superen dicha edad, por lo cual la cantidad de trabajadoras/es disminuiría, así también el consumo… pero ese es un caso hipotético, si pensamos en algo concreto tenemos el ejemplo de China con la política del hijo único, donde se apunta a regular la superpoblación limitando la cantidad de nacimientos.

Es que en definitiva la capacidad reproductiva que tienen los cuerpos de las mujeres es coartada o estimulada según el mercado. De ahí que la situación hoy en día (y ayer) deviene tenebrosa, ya que son tratadas como máquinas de reproducción, y toda política que vaya en otra dirección (como la legalidad de la práctica abortiva por ejemplo) es inmediatamente rechazada (y no únicamente por algunos sistemas religiosos), porque se trata de una práctica que deja en manos de la mujer la decisión de gestar o no.

Así, el cuerpo de las mujeres debe estar al servicio del incremento o disminución de la población según el requerimiento y mandato del mercado, y esto se consigue a partir de una expropiación. De ahí que la conquista es por el control del cuerpo, pero la revolución también: son las mujeres quienes mueven la maquinaria mundial, son ellas las que producen trabajadores/as, pero también son ellas quienes hacen y pueden hacer de su cuerpo un territorio político de resistencia.