Peligra la salud de los socios de la OSEP

Mar 10, 2019 La Quinta Pata Opinión Comentarios desactivados en Peligra la salud de los socios de la OSEP

Por Alberto Atienza

Señor Gobernador, su atención por favor.

Los tripulantes de la nave llamada OSEP están a punto de tirarse al océano. Son los dueños reales de ese barco nacido con fines asistenciales de la salud, con pautas humanitarias. Un amotinamiento lejano en el tiempo puso al mando a una entidad ajena a la realidad. Se apoderaron de su conducción personas no capacitadas, aficionados, empujados por la malsana ola de la una política perversa, invasora. Eso continúa.

Así es como los dueños de la obra social, son maltratados, ninguneados y, hasta se podría decir, empujados fuera de la buena salud, por la torpeza y el desinterés. Sus cuadros de diagnósticos, en lugar de ser conducidos a una recuperación de un derecho elemental, desembocan en faltas de atención.

Se sostiene que la justicia lenta no es justicia, la implementación de la mejora de las dolencias, si es tardía, no conduce a la salud. Las larguísimas esperas por atenciones que deben ser lo más rápidas posibles, las enfermedades enredadas en la ineficacia de esos políticos metidos donde no deben estar, perjudican con más daños a muchos asociados.

En un país de las contradicciones, donde impera una lógica de sentido inverso, a nadie sorprende esta desidia que hasta puede ser considerada como grave infracción a los derechos humanos. Muy grave, porque sitúa a personas en estado delicado, a que todos los días se hundan más en la depresión por no encontrarse con sus necesarios tratamientos médicos en tiempo y forma. Algunos quedan expuestos a una cercanía con la muerte.

Esa lógica de opuestos manifestada, en otro plano, cuando los reclamantes por una solución expresan públicamente su pedido, funciona casi automáticamente. Quienes detentan el poder, a su modo, sin respetar los lineamientos de una política ecuánime, proceden. En lugar de analizar y aplicar una solución al problema que mueve a gente a ganar desesperadamente la calle con sus pedidos, optan por la violencia oficial. Atacan, con fuerzas represivas sádicas que pegan por pegar, que gasean casi como si estuvieran en un corso, con sus lanza perfumes en sus bien pagadas manos.

A la OSEP le bajan el mismo protocolo cruel y absurdo. No les importa a los emergentes de las °universidades” de los comités, si a una persona se le agrava más la salud por una demora imposible de aguantar, de superar, sin la debida asistencia profesional.

Entonces, si los dueños de la OSEP, todos los meses pagan cantidades importantes con sus aportes, si el dinero entra cada 30 días y no en la forma de simbólicos bonos o documentos que se desvanecen. Los pagos son, por deducción automática, en contado efectivo. A eso hay que sumarle los adicionales, manifiestamente ilegales, otro enorme ingreso para las arcas de OSEP. Y no mensuales, diarios, con cada una de las atenciones médicas o servicios.

Dentro de ese esquema ¿Qué pasa? ¿Dónde está el dinero que aportan los socios? ¿Por qué los jerarcas, prácticamente ocupas de una obra social de los trabajadores, autorizan nada más que 3 turnos por mes en el servicio, tercerizado, de Medicina por Imágenes? Un ejemplo.

Las preguntas flotan en el aire y nadie asume la responsabilidad, nadie tiene el valor de buscar las respuestas. Exigir la separación de esos extraños que manejan la OSEP como si fuera un feudo. Mientras, impedir que sigan aumentando con la designación de sus protegidos la sobredimensionada planta de personal de la obra social. Cada uno de esos colados, delfines de los pésimos gobernadores que hemos sufrido, han nombrados durante sus estériles gestiones a recomendados. Uno de los problemas de la OSEP, que se agrega a la falta de conducción, es justamente la enorme cantidad de dinero que es la paga de un número de empleados que casi ya no caben en las instalaciones. Los gremios a los que pertenecen los socios activos y algunos jubilados que cuentan con los servicios OSEP, funcionan con coherencia para reclamar los necesarios aumentos de sueldos. Pero es lo único que figura en sus agendas de pedir ecuanimidad. Dejan de lado a la salud, derecho humano anterior a la libertad, pues, ¿”Para que nos sirve la libertad si estamos enfermos?

Otro problema para los que están internados en el “Hospital El Cármen” de propiedad de los socios de OSEP (¿O hay alguien que lo dude?) Es que el director de facto de esa obra social ha autorizado a que facultades de Medicina manden a sus alumnos a prácticas de estudio con los enfermos. Eso es un atropello. No pueden seis o siete, a veces más, jóvenes de blancos guardapolvos, rodear a un paciente en su cama y cargarles sus vistas y la cercanía de sus cuerpos. . Mientras, el profesor lo señala como a un cobayo y explica la enfermedad que lo aqueja. Estas situaciones afectan la paz, tan necesaria para la curación de los dueños de OSEP. A veces son los alumnos los que formulan preguntas al afectado. Todo de prepo. Sin pedirle permiso a los internos. Es una absoluta falta al respeto.

Es de esperar que este gobierno de una vez por todas haga buena letra. Medidas inconsultas con los usuarios, como el cambio de los recorridos del transporte público, pergeñado por “especialistas” españoles, acaso aptos para rediseñar crueles sacrificios de toros y no para lo nuestro. Han dejado y continúa el problema, a infinidad de personas sin norte. Desconcertados con los nuevos desplazamientos. Cuando lo ideal era mejorar los recorridos clásicos.

Entonces que el enérgico gobernador con que contamos, tome cartas en este asunto. De una vez por todas. Y que los improvisados, que por un mito de la política se creen aptos para cualquier función en cualquier momento, se ocupen de cosas menos trascendentales que la salud. Y también el primer mandatario, el único capaz de ponerle coto a esta desgracia que afecta los socios de OSEP, comience a evaluar la justa devolución de la obra social a sus verdaderos dueños. No tienen que ser los políticos quienes manejen una propiedad de los empleados públicos y jubilados.

La comunidad de OSEP, está en peligro, señor gobernador. Y espera su justa y necesaria ayuda.