Qué hay de nuevo en el plano social después de Mauricio Macri.

Mar 20, 2016 Eduardo Paganini La Pata Semanal Comentarios desactivados en Qué hay de nuevo en el plano social después de Mauricio Macri.

---

El hecho objetivo que genera estas reflexiones es el cruce entre el triunfo electoral de Macri y la sensación de infortunio inmediato que ello provocó en algunas personas (con muchas de las cuales veníamos más o menos parcial o totalmente coincidiendo en la visión sobre algunos aspectos del proceso histórico-político que se estaba desarrollando).

Para poder representar el escenario de una manera lo más amplia posible, estimo pertinente rescatar las cifras que consagraron este acontecimiento y así poder obtener una dimensión clara del aspecto cuantitativo del inicio del proceso.  Para ello, recurrimos a una fuente inobjetable:

“Este lunes se conoció finalmente el resultado del balotaje del 22 de noviembre. El resultado definitivo fue el siguiente:

Cambiemos 51,34%

Frente para la Victoria 48,66%

Cambiemos alcanzó la cifra de 12.988.349 votos contra 12.309.575 del FpV. O sea que la diferencia fue de 678.774. Así, se achicó levemente la distancia entre ambos competidores del primer balotaje presidencial celebrado en Argentina.” [i]

Como puede leerse, ni aquí ni en el resto del texto, el cronista dice que la diferencia en porcentaje entre Macri y Scioli fue del 2,68. Probablemente una omisión involuntaria… aunque raro habiendo tantos correctores y editores dispuestos a mejorar la calidad periodística nacional. Esto significa que una cifra escasa es la que decidió finalmente qué proyecto de país deberá implementarse en la Argentina.

Ahí, los números; a partir de entonces, la concreción de los acontecimientos históricos y políticos que iniciaron su proceso, operando sobre la realidad concreta y objetiva al tiempo que, simultánea y consecuentemente, fueron surgiendo las sensaciones correspondientes en el plano de la subjetividad.

 En el terreno institucional de la política, se puede señalar una rápida acción del ejecutivo en pro de sus fines privatizadores y de afirmación de la dependencia, favorecido por el impacto de obnubilación registrado en el sector opuesto, frustrado a pesar de su no despreciable cifra de sufragios y repentinamente erigido en la flamante oposición —para lo cual carecía de trayectoria y acumulación de experiencias—. Aunque no es este el tema central de estos comentarios, es imposible eludir la mención a la intensificación de la propaganda doctrinaria del neocapitalismo proísta que hicieron (hacen y harán) los medios adictos y sus programados portavoces, sincrónicamente desarrollado al compás del avance de la derecha empresarial de nuestro país.

En el terreno de los efectos subjetivos, que es lo que nos interesa como punto central de estas reflexiones— hemos registrado nuevos estados de ánimo —para llamar de alguna manera a ese conglomerado de sensaciones, creencias y deseos que muchas veces terminan decidiendo nuestras conductas—.

En efecto, hemos registrado cambios —de modo muy precario y parcial, ya que esto no constituye una investigación colectiva, sistemática ni metódica— en algunos pareceres de un número respetable de interlocutores.

Si se nos permite una simplificación didáctica, podría decirse que en este momento promedio de los 100 primeros días de gobierno del Pro y sus secuaces[ii] en la Argentina, nuestro hojaldre socio-anímico estaría integrado por estas capas:

• Chochos: son aquellos que están chochos, felices y satisfechos por el acceso de Mauricio Macri a la presidencia, ya que veían con gran desesperación que tendrían que soportar para siempre las cadenas nacionales con Cristina crispada, a los funcionarios corruptos, a los jueces corruptos, a los relatores de futbol corruptos, a… No dejan de sostener cierta coherencia entre la correlación de sus pensamientos y sus condiciones concretas de existencia, ya que son pobladores de zonas determinadas y selectas que señalan cierta distinción socioeconómica por sobre el resto de la mayoría. Vienen votando a la derecha de la UCR y al Pro desde hacía años, y lo seguirán haciendo. Los más veteranos se acuerdan con cariño aún de la Nueva Fuerza y de la Ucedé.
• Estáticos: ya en 1970, Gustavo Cirigliano había detectado un sector en la juventud de entonces que denominó “los que piensan en chico”[iii], y los caracterizaba de modo sintético y lapidario: “Su meta es el departamento, la casa de veraneo, el auto, todo aquello que configura el “pasarla bien”. Ya logrado en la adultez esos fines, este sector no deja de ser conservador y tibio, especulador y ventajita[iv]. Protector a ultranza de sus bienes y encabalgado en la vorágine competitivista que caracteriza mayormente a nuestra clase media. Esta amplia capa, volátil en lo electoral, espera conservadoramente a ver qué pasa, opina que hay que dejar que gobierne, no hay que poner palos en la rueda, con las críticas no vamos a ningún lado. Son los últimos en reaccionar frente a condiciones movilizadoras —más individualmente que socialmente—; por eso parece que hacen la plancha pero la realidad recuerda que se van hundiendo de a uno, aunque su falta de conciencia de clase o de espíritu de cuerpo (como os guste) se los impida ver.
• Embromados: amplio pero no tan visible grupo —pocos toman coraje para exteriorizar su realidad— que ha creído en las palabras de campaña pre-electoral, o bien ansiaba un cambio de la realidad que se estaba viviendo —al que evaluaban como intolerable—, o bien estaba en el convencimiento del discurso hegemónico de los medios masivos de comunicación, o bien no les gustaba ni uno ni otro candidato y la prescindencia o el voto neutro era —opinaban— la postura más lúcida. La mayoría depositó su voto a favor del actual presidente lábilmente constitucional y —con la misma velocidad del accionar anteriormente mencionado respecto del poder ejecutivo— fueron sintiendo en carne propia que algo había fallado en sus anhelos. La realidad los trajo a otra dimensión, o se vieron despedidos por ñoquis, o debieron abandonar la idea del vaquerito (matambre, en otros pagos) para Navidad ($195 el kg en los híper), o empezaron a apagar las luces encendidas y postergar algunos artefactos eléctricos por las nuevas —y futuras— tarifas… Duele mucho esa situación, pero como orgullosos que somos los argentinos (herencia tana? española? india?, o mezcla de las tres…?) más duele reconocerlo públicamente, y algo estarán tramando seguramente… Pero no cunda el pánico —al decir del Chapulín Colorado—no van a tomar los fierros, ni siquiera salir espontáneamente a la plaza (hasta que no esté casi llena), no será gran cosa: hablar mal del gobierno (ocultando su responsabilidad y participación necesarias para la realidad que ahora rehúsan) o bien votar a los otros para la próxima, por ejemplo.[v]
• Iracundos: enojadísimos, enfurecidos, furiosos… fundamentalmente con los que lo votaron (casi 13 millones de ciudadanos y ciudadanas), y en menor medida —pero con mayor razón— con los dirigentes mariscales de la derrota, con el partido y sus vetustas estructuras y oxidados mecanismos, con traicas y perfumados burócratas. Muchos de este sector, argumentaban hasta hace un año atrás —sobre todo los veteranos— que nunca habían soñado poder vivir en un país así, felices de gozar de un estado de bienestar que en sus vidas habían visto muy pocas veces, y casi siempre interrumpido por golpes militares o alguna escaramuza neoliberal. Gente bienintencionada y que sostenía — varios de ellos quizá en el plano discursivo exclusivamente— retoricas solidarias y transformadoras de la realidad, pero se habían olvidado —aprendizaje de la juventud— que esa realidad se sostenía no con la contemplación simpática sino con la acción. Ahora el enojo tiene dos conflictos en ciernes: por un lado que su naturaleza sombría suele reducir la visión de la realidad, parcializar el escenario y por ende, imposibilitar el tendido de estrategias de resolución y/o superación posibles; el otro problema tiene que ver con la condición de doble faz que posee el enojo, porque —como lo señalara el maestro Pichon Rivière— en la otra cara del enojo está la tristeza, en ese el doble juego dialectico entre el miedo a la pérdida y el miedo al ataque, donde —si no andamos con cuidado— gana la depresión. Y si es verdad que el otro es el adversario, con el mero enojo le estaríamos facilitando su tarea.
• Desheredados de siempre: amplia y compleja franja socioeconómica constituida tanto por trabajadores como por desocupados, pueblos rurales y poblaciones urbanas o satelitales, denominada de diversas maneras según las épocas y las intenciones de la mención: son los grasitas de Eva Perón, los sectores populares para la izquierda académica, el pueblo para los políticos teorizadores, la mano de obra para empresarios y patrones, la amplia mayoría para los afectos a la estadísticas… Su desentrañamiento siempre fue complicado para quienes, provenientes de otras matrices y condiciones —como el que esto escribe—, tratan de reflexionar sobre su realidad, solo atinamos a vislumbrar que parecería que toma la apariencia de un gigante dormido, silencioso y enigmático, y que en situaciones determinadas irrumpe con contundencia en el cosmos instituido para instalar una conmoción que provoca un golpe de timón en el rumbo de la historia. Imposible —para mí, ahora— saber qué pasa por allí…

 Por supuesto que no estamos todos incluidos en esa descripción, esta referencia es una mera conjetura producto ligero de la observación y cierto registro non sistematicus del prójimo y el ajeno.  Además, queda tinta en el tintero como para enfocar hacia zonas o personajes que constituyen especies de subgrupos, o bien mixturas entre unos y otros. Por ejemplo, podíamos habernos detenido en el chocho fix, que es aquel que participa del primer grupo que se mencionó, pero sus condiciones concretas de existencia le impiden sostener un ritmo y un nivel de vida coherente con esa ideología; gana un sueldo mínimo pero sueña con un rólex y concreta con un teléfono de 12 lucas en 24 meses. Tenemos al iracundo prematuro devenido en alegre, personaje tanto del barrio como de las pantallas de tv que hasta octubre/noviembre echaba fuego por la boca como un enfurecido dragón k y ahora se muestra condescendiente y tierno para con las nuevas autoridades… Hay muchas figuras sin mencionar y otras de difícil clasificación, por lo que dejamos a la libre imaginación de lectores y lectoras la configuración del atlas correspondiente.

[i] Pablo de León, Escrutinio definitivo: cuál fue la diferencia final entre Mauricio Macri y Daniel Scioli en Clarín, Sección Política, 30/11/2015. Versión digital en  http://www.clarin.com/politica/Escrutinio-Mauricio-Macri-Daniel-Scioli_0_1477052651.html

[ii] Ante la posibilidad de que algún lector se sintiere escarnecido por el término, recordemos al diccionario de la RAE: secuaz. (Del lat. sequax, –ācis). adj. Que sigue el partido, doctrina u opinión de otro.

[iii] G. F. J. Cirigliano y Ana Zabala Ameghino (1970), El poder joven, Librería de las Naciones, Buenos Aires.

[iv] En el sentido del argentinismo inspirado en el personaje de historieta del mismo nombre, creado en 1948 por el dibujante Oscar Blotta.

[v] Puede verse un caso correspondiente en la excelente crónica de Marcelo Padilla, Mi amigo el capo en http://www.zepa.com.ar/2016/03/16/mi-amigo-el-capo/

happy wheels

---

• Argentina, gobierno, Macri, Sectores sociales