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Oct 18, 2020 La Quinta Pata Filosofía de bolsillo Comentarios desactivados en 17 de octubre
17 de octubre, y en Argentina, es el Día de la Lealtad ¿Por qué? ¿Qué pasó? Pasó lo que el filosofo francés Alain Baudiou llamaría un “acontecimiento”. Un hecho histórico que no se veía venir, que parece salir de la nada pero que cambia el rumbo de la historia, rompe estructuras viejas, oxidadas. Muy parecido a la pandemia, la pandemia es todo otro acontecimiento, otro hecho que puso las cosas de cabeza, las dio vuelta, no la veíamos venir, y de seguro cambiara el curso de la historia; pero el virus que comienza a recorrer las calles el 17 de octubre es el peronismo, que viene contagiando sin parar a los argentinos desde 1945. Para algunos es el virus más súper benévolo que hemos tenido; en cambio, otros han desarrollado anticuerpos tan fuertes que ponen en riesgo su propia vida antes de contagiarse con un poquito de peronismo.
El 17 de octubre de 1945 un montón de obreros, trabajadores muy pobres llenaron por primera vez las calles principales de Buenos Aires, especialmente la famosa Plaza de Mayo. Hasta ese momento no había habido una movilización tan grande en la historia argentina, pero sobre todo, no se había llenado el centro de Buenos Aires de morochos, de negros, de cabecitas negras, de grasas, de descamisados, de excluidos, de marginales, de desplazados. La mayoría de estos laburantes no eran porteños, sino de las provincias pobres que rodean a buenos aires y habían migrado a la capital en busca de laburo. En los laburos que encontraron se los explotaba, se los negreaba como negros que eran, sin derechos, sin descanso. El día de trabajo no tenía límites, si se enfermaban no tenían ni obra social ni plata para pagarse un medico. Si los echaban de laburo, el patrón no se hacía ni cargo de que ese peón había laburado años en el mismo lugar, no existía como ahora la indemnización por ejemplo. No se podían organizar, el sindicato estaba prohibido o ni siquiera existía en su mente.
Pero llegó al gobierno un milico que no era un forro con ellos, cosa rara viniendo de un militar. Hasta ahora los militares siempre habían bastardeado, cagado a palos o asesinados a los trabajadores. No hacía tanto tiempo que se habían dados los fusilamientos de la Semana Trágica y de la Patagonia rebelde. No se podía confiar en un uniformado. No un laburante. Pero de a poco este milico simpático, que hablaba como ellos, comenzó a dar derechos que eran de ellos, derechos que siempre debieron tener: se crearon tribunales de trabajo para que se cumplan las poquitas leyes que por ese entonces eran favor del laburante, se extendió la indemnización que era un derecho que solo tenían los trabajadores de comercio ahora para todos los trabajadores, más de 2 millones de personas fueron beneficiadas con su jubilación, se sancionó el estatuto de peón de campo (el peón de campo era el laburante más explotado, porque era miseria lo que se le pagaba a pesar de que gracias a su trabajo era fortuna lo que ganaban sus patrones, el viejo modelo del campo rico y el peón pobre ), se crean escuelas técnicas dirigidas exclusivamente para los obreros (estudiar por esa época no era para trabajadores, sino para gente bien de la clase media paqueta). Los sindicatos comenzaron a crecer, a afiliar masivamente a nuevos trabajadores. Los que iban del campo a la ciudad, cabecitas negras.
Ese milico buena onda, era Juan Domingo Perón, que al sector más conservador del ejército, y al sector más poderoso de la sociedad, no le caía nada bien. Este milico insolente le daba derechos a los negros. Y para que dejara de ganar apoyo, no vaya ser que termine como presidente, se lo encarceló, allá, en la Isla Martin García. Pero parece que les salió el tiro por la culata. Porque cuando los sindicatos y obreros se enteraron que ha Perón lo había metido en cana, los cabecitas negra se les largaron a la calle en masa, inundaron el centro de la ciudad paqueta con gente de bajo fondo. Algún cheto de la época los llamó el “aluvión zoológico”. Como si fueran animales, si. El historiador Félix Luna, que no era precisamente peronista, dijo que ese día hubo en la calle entre 200 mil y 300mil manifestantes. Un numerito.
Lo que pone de manifiesto este acontecimiento es la aparición de un sujeto histórico nuevo, los que son considerados como el aluvión zoológico, los negros, los grasas, los morochos, los descamisados, el último orejón del tarro, los que no se merecen nada ¿no se parecen a los hoy tan criticados planeros, choriplaneros por recibir planes sociales o asignación universal? ¿los laburantes que hoy están en negro, que no tienen derechos laborales, que son, nada más ni nada menos que la mitad de los trabajadores de nuestro país según las propias cifras del estado?
Por eso desde el inicio, el peronismo es algo incómodo. Porque nos hace acordar a los argentinxs, y especialmente a las clases medias acomodadas, pero por sobre todo a las clases altas… que argentina no es la Francia de América Latina, que no somos todos blancos, puros, bien hablados, bien bañados, con buen pasar económico. Que existe un mundo que las clases altas han pretendido meter debajo de la alfombra.
Raul Scalabrini Ortiz dijo que el 17 octubre fue ver: “el subsuelo de la patria sublevado”. Rodolfo Kusch pensó que el pueblo tiene un “hedor”, un olor, no un perfume ni un aroma; hedor que interrumpe el aroma y el perfume de los privilegiados. Si, como el olor a transpiración que hay que sentir cuando se sube al bondi alguien que viene de laburar en la construcción o en el taller o en a cosecha y el resto de la gente que está en el bondi lo siente, es inevitable, una presencia incomoda y a veces insoportable. John William Cooke dijo que el peronismo es el “hecho maldito del país burgués”, no podía decir, no daba decir: En Argentina, el peronismo es el grano en el orto de los ricos. Por eso jodió y sigue jodiendo tanto.
Pedro Saborido, que para quien no lo conoce, es el filósofo oculto detrás o al costado de “Peter Capusotto y sus videos”, entre otras creaciones muy geniales y desopilantes, tiene un libro excesivamente recomendable, sobre todo por si se quieren cagar de risa un rato y al mismo tiempo pensar nuestra argentinidad o, incluso algo de nuestra humanidad. Es un libro sobre el peronismo y se llama cito textualmente: “Una historia del peronismo en 27 relatos, 74 reflexiones y más de 140 metáforas que pueden servir para regocijo del simpatizante, como valiosa información para el desconocedor o el extranjero, o también como guía práctica para que el antiperonista pueda acabar una vez por todas con el monstruo que desde hace 70 años azota a la Argentina. Y coso”. El primer capítulo se llama: “Introducción general: formas de explicar el peronismo” y comienza con una cita de Paul Mccartney, sí, el músico de Los Beatles que dice: “Para ser músico no hay que aprender música. Hay que ser músico”. Haciendo referencia a que para entender el peronismo un poco o mucho, hay que serlo o también puede entenderse como que el que lo va entendiendo, proporcionalmente, se va transformando al peronismo. Y también pude interpretarse que el que no quiere entenderlo simplemente no será peronista, no quiere serlo, prefiere quedarse, aferrarse a los prejuicios difundidos sobre el peronismo. Tal vez puede pretender entenderlo, hacer como que sabe, decir cosas sobre él, pero realmente no lo entiende, si lo entendiera se le irían sanando esos prejuicios hasta convertirse al peronismo… Se las dejo picando… No sé.. ustedes qué onda??? Qué piensan???
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