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Mar 07, 2016 Marcelo Padilla Recomendada Comentarios desactivados en Crónica de las balas que pican cerca
Me quiero cagar de risa y no puedo. No me sale. Tal vez he de juntarme con amigos buenos, a los que no estoy visitando por mi aislamiento. Comer algo y boludear como antes, cuando teníamos cierta calma para boludear.
Leo, veo fútbol, participo de charlas políticas, voy a las marchas. También miro mi pecera. Alimentos a los peces y los cuento (algunos no aguantan y mueren. El otro día apareció uno boca arriba que no flotaba, estaba en el fondo sobre las piedritas y hube de sacarlo para su entierro en la bolsa de la basura. Me dio no sé qué y lo metí en una bolsita transparente chiquita de su tamaño, y después lo puse en la bolsa de la basura general, donde cae la yerba usada y los fideos viejos) resisten. La casa está en orden pero es un orden que me sirve a veces para sentir un orden interno. No soy obsesivo en ello. El tema es que no me río, me cuesta. A lo sumo me río de mi cuando cometo una torpeza que generalmente implica atropellarme la cama o una silla o la mesa. Me río en el dolor. Y puteo solo, riéndome en el dolor.
La ansiedad. Esa peste de las ciudades, me pesa. Tengo mis pichicatas pero no bastan por eso me puse a nadar por recomendación médica. Jamás nadé. A lo sumo en canales cuando era chico, en el agua barrosa. Sé flotar. Eso lo aprendí en algún lado que no recuerdo pero sé flotar. Y ahora, nadando en una pileta “como la gente”, me está gustando. Soy soledad nadando solo. Escribo por la necesidad de llorar o de musicalizar mi vida ermitaña con palabras. Medio manija escucho a Nick Cave and The Bad Sees. O paso a Chico César y pongo “Mama África” al palo para levantar. En esos extremos ando.
Lavo los platos con obsesión. Eso lo aprendí en el encierro. Y, ahora, medio encerrado, lo activo. Al menos, los platos no están rotos y están limpios. Me produce bienestar lavar los platos. Me corrijo: ver todo lavado me produce bienestar, lavarlos en todo caso es una tarea que hago rápido y bien.
En mi casa pierden agua todas las canillas. Las cañerías están escondidas en la casa, por dentro de las paredes como en toda casa vieja de barrio viejo. Y como alquilo, me calienta tres carajos porque el que me alquila no me dio nunca bola con el tema. Sale barro de la ducha y me baño con barro. Como cuando era chico en esos zanjones, pero esta vez solo, sin mis compinches de infancia. Ahí sí me cagaba de risa todo el día (mi primera infancia transcurrió en un barrio de casas bajas todas iguales en San Juan, en la entrada a San Juan, alejado del centro. Una casa que adquirió mi vieja, sola, con mi abuela, en la época de Cámpora.)
Bueno, ahora vivo en Dorrego. Y saco la basura todas las noches. En esa basura hay vida y muerte. Descomposición que nutre otras vidas, quizá para que surjan plantas o flores, o peces vivos. Respeto mucho a la basura. Para mí no es algo que signifique “asco”, o la mierda de los restos de las familias. No. La basura es el descarte. Lo marginal en el ciclo del consumo. El cartón, por ejemplo, es reciclable, y tan es así que tengo un libro editado con tapas de cartón reciclado. Me duele la basura también. Las bolsas atadas, negras o de supermercado. Me duelen.
Me levanto a las seis y media de la mañana todos los días de lunes a lunes y tomo mate en un mate azul que tiene la inscripción de la JP (juventud peronista) que me regalaron los pibes de San Martín el año pasado. El mate resiste como los peces. Está vivo y no se me ha partido ni he perdido la bombilla que venía con el mate de regalo. Solo algunas letras se han caído porque eran de plástico pegadas. Ahora se lee JP clarito y abajo “……n…ud….sta”, bueno, se le salieron la jota, la u, la v, la e y la t que formaban la palabra “juventud”, y más abajo ya no están las letras: p, e, r, o, n, i. Queda solo el final, pero les aseguro que decía “peronista”. En fin. Son letras. El mate está más vivo que nunca.
Fumo. Meo. Cago. Me lavo los dientes. Me afeito. Me cuido bastante más de lo que me cuidada antes. Pero no me río, no sé. Me quiero reír y no puedo o no encuentro motivos.
Estoy mirando mucho cine por la compu. En eso me puse obse. “Aguirre, la ira de Dios” y “Fitzcarraldo” fueron las dos últimas que vi. Son de Werner Herzog, un director alemán muy de la nuca. Básicamente un documentalista loco con registrar situaciones. “Fata Morgana”, por ejemplo, es un registro de los espejismos en el desierto del Sahara. Pero las últimas que vi son películas, hay historia y ficción, pero con un grado de locura que inspira y atrapa. Las recomiendo porque se pueden ver en YouTube de corrido y subtituladas. Y las dos tienen en común la topografía de la selva peruana. Las películas están rodadas en la amazonia peruana. En “Fitzcarraldo”, específicamente, en Iquitos, la Venecia amazónica peruana. Ciudad a la cual no se puede llegar más que en avión o en barco. Y en la misma ciudad se navega por calles de agua. En botes o embarcaciones viejas restauradas. Buceando en google me enganché con un videíto de ocho minutos que se llama mundo acuático amazónico. No tiene sonido. Lo hermoso es que está plagado de tomas de peces que se comen unos a otros según su tamaño. De formas extrañas, colores estridentes, hipnóticos.
Pero el tema, perdón mi obsesión en este escrito, es que no me puedo reír. No soy un amargado, no. Tengo tristeza pero no soy un amargado. Y a veces quiero prender fuego la ciudad entera, o, al menos, me imagino prendiendo la ciudad entera. Empezando por la Casa de Gobierno y siguiendo por los canales de televisión. Luego por los diarios. Me imagino lenguas de fuego altísimas en la ciudad. Gente espantada corriendo con lo puesto y algunos tirándose de los edificios. Eso me imagino. ¿Y quién no?… en la imaginación no puede haber culpa. ¡¡¡Lo único que falta!!!… hay responsabilidad en todo caso en no pasar de la imaginación a la acción.
Y eso es lo que hace este gobierno. Nacional y provincial. Lo imaginan y lo llevan a la acción. Meten presos a los que se expresan o simplemente a los que pertenecen a una identidad que no es la suya. Y los medios generan el odio. O mejor, lo han generado tanto ya que no lo pueden controlar. Entonces, aparecen tipos en un edificio y balean a militantes de Nuevo Encuentro cuando estaban inaugurando un local. O le meten itaca a un local de La Cámpora en Mar del Plata. O entran encapuchados a la Villa 11 14 y meten bala a una murga. O en Mendoza en vendimia, mandan al hospital a dirigentes gremiales de ATE por protestar, los hacen mierda las hordas del odio.
No me puedo cagar de risa. La puta madre…
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