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Jun 12, 2017 Eduardo Paganini El Baúl Nacional Comentarios desactivados en Felipe Guaman Poma, un cronista de Indias sin pelos en la lengua, ni en el buril
Cuando, en 1936, Paul Rivet —a quien tanto deben los estudios americanistas— publicó la primera edición facsimilar completa de Nueva Crónica y Buen Gobierno, estaba haciendo un aporte fundamental a los estudios históricos del Nuevo Mundo, tanto por su importancia intrínseca y magnitud como por sus singulares características.
El conocimiento tan tardío de este texto, probablemente terminado alrededor de 1615, merece una somera explicación: la trayectoria reciente del valioso manuscrito es relativamente sencilla: Richard Pietschmann, estudioso alemán, lo descubrió en la Real Biblioteca de Copenhague, dándolo a conocer a través de un breve trabajo aparecido en 1908, para volver sobre el tema en 1912. No corresponde seguir aquí las peripecias previas de esta obra esencial, quizá tan azarosas como las de otras semejantes (con piratas, saqueos, robos, etc.), pero afirmarlo sería aventurado, pues hasta la fecha, pese a las diversas hipótesis expuestas, sigue siendo una incógnita saber cómo y cuándo llegó a la librería danesa. Por tanto, baste decir que, luego de casi tres siglos de ignorada existencia, la referida edición de P. Rivet la incorpora al lugar de privilegio que ahora ocupa en la historiografía. De todos modos, durante las últimas décadas, los estudios, comentarios, glosas, ediciones fragmentarias, etc., del texto se han multiplicado a un ritmo proporcionado a su trascendencia. Hoy, la magnífica edición crítica en tres Volúmenes que comentamos, a cargo de John V. Murra y Rolena Adorno, con traducciones y análisis textual del quechua por Jorge L. Urioste, constituye un hito fundamental. Tiene, pues, a partir de aquí, la merecida presentación científica y gráfica que la obra (un millar de páginas y cuatro centenares de ilustraciones) reclamaba desde hace tiempo.
La intensa renovación de los estudios históricos que hoy se advierte en toda Latinoamérica, con particular énfasis en sus dimensiones sociales y culturales, crea el clima propicio para una relectura y una apreciación crítica más ajustadas del deslumbrante testimonio que nos dejó Guaman Poma (Waman Puma, según la grafía adoptada en esta oportunidad).
Los numerosos capítulos se despliegan a partir nada menos que de la creación del Universo y, por supuesto, del mundo indígena; son el producto de un hondo conocimiento, de vivencias intensas de un testigo identificado con el relato por sangre y por devoción. Hay aquí contribuciones que interesan para mejor entender la estructura social y económica, las formas de organización administrativa de la Colonia, métodos de cultivo, conocimiento de las “hordenanzas” que regían la vida del imperio incaico: sus ceremonias, oraciones, justicia, religión, castigos, fiestas, danzas, artes y oficios, arquitectura, censos (aquellos admirables censos que eran un verdadero instrumento de gobierno), el ciclo mensual de las labores y obligaciones y tantas otras facetas de lo que llamaríamos, genéricamente, aspectos de la vida cotidiana, pública y privada. También aparece una desarreglada geografía, hecha sólo de ciudades, desde Panamá hasta Tucumán.
Guaman Poma, para informar sobre ese abigarrado material —en rigor, todo un universo—, apela a los más diversos estilos y recursos expresivos: desde el enumerativo y descriptivo, por momentos melancólico, hasta la vehemencia del alegato: la vivacidad de sus descripciones o la idealización de un pasado que la nueva realidad estaba socavando: simultáneamente, aparece la crítica a la sociedad contemporánea, cuando no la ironía como instrumento de opinión: recuerdos de hazañas e injusticias, unción religiosa y clamor bélico, y a veces, también, cierta modalidad sobre la cual quisiéramos llamar la atención: el diálogo. En efecto, cuando recurre a este expediente, la narración alcanza una vivacidad inhabitual. Así, por ejemplo, “la plática y conversación” entre encomenderos, padres de las doctrinas, mayordomos, señoras doncellas, indios pobres tributarios, rameras, negros esclavos, cautivos, escribanos, tenientes de corregidores, jueces, mineros, visitadores, etcétera. Esos sabrosos diálogos imaginarios constituyen todo un mundo, pues de ellos, de sus entrelíneas y de su ritmo pueden inferirse muchos elementos, como las relaciones entre pares de los diversos grupos sociales, sus observaciones y sus obsesiones, etcétera. Así, por ejemplo, en una conversación entablada entre soldados, tenemos bien conseguido, en apenas una decena de líneas, el clima de la picaresca. Dos de aquellos soldados pobretones habían sido de oficio herrero, uno, y carpintero el otro, pero ambos tomaron una decisión: “No trabajaremos”. Veamos su razonamiento: “…lo que podemos hacer es que somos jugadores. Con ello pasemos hasta Potosí, ganando o perdiendo. En los tambos comeremos de gratis y jugar los reales de los sacerdotes que ellos ganan cantando, y de los corregidores que ellos ganan durmiendo y comiendo. Y juguemos a los encomenderos que ellos ganan paseando… porque es mejor (ser) alguacil o alcalde o fiscal de la ciudad o de la visita. Con estos oficios, hurtaremos largamente y jugaremos en los tambos. Diremos que somos el hermano del señor corregidor, y así no pagaremos. Y así pasaremos la vida…” (pág. 674 de la edición citada: texto y grafía por nosotros aquí modernizados). En otro diálogo, esta vez entre dos corregidores, cuando uno dice pretender “un corregimiento adonde pueda ganar yo diez o doce mil pesos”, obtiene de su interlocutor como respuesta esta pregunta: “¿Cómo lo podrá ganar vuestra merced tanta plata si el salario corre en un año mil pesos?”: la receta podrá encontrarla el lector interesado en la pág. 673.
Reaparece el dialogo (págs. 896 y siguientes) en un plano realmente inesperado, pues esta vez participan del mismo nada menos que su Sacra Católica Real Majestad y el mismo Guaman Poma, quien le denuncia las injusticias y arbitrariedades que en el Nuevo Mundo suelen cometerse a diario; y se lo dice porque está convencido de que al monarca no se le informa la verdad de las cosas o se le miente a sabiendas: “… En este reino se acaban los indios y se han de acabar. Desde aquí veinte años no habrá indio en este reino de que se sirva su Corona Real y defensa de nuestra fe católica. Porque sin los indios, Vuestra Majestad no vale cosa, porque se acuerde Castilla es Castilla por los indios…” Y poco más adelante, sin retórica: “Todos son contra los pobres… Contar de estas cosas y escribir es nunca acabar”. (Págs. 900-901.)
El erudito prologuista subraya dos dimensiones de la obra, que a él, en particular, interesan, si bien restarían muchas otras importantes por analizar: una, la etnográfica, esto es, todos los elementos que ella brinda sobre la organización social, económica y política del imperio incaico, muchos de ellos inencontrables en otras fuentes. Y aquí, destaquemos nosotros, datos realzados por las inapreciables ilustraciones del texto, de enorme valor documental. La otra, escribe John V. Murra, es “la coincidencia de sus consejos para el buen gobierno del virreinato limeño con aquellos de las más atrevidas mentes de su época, ya sea andinas o europeas”. A nuestro juicio, también sería tentador incursionar en la dimensión utópica que Guaman Poma propone.
Copiosas notas aclaratorias, glosarios bibliografías e índices realzan la oportuna y valiosa edición de este clásico, cuyo interés los tiempos se encargan de acrecentar.
Un plus de oroEn la misma sección de donde extrajimos la nota central de nuestro Baúl Nacional de hoy se halla la tradicional columna Instantáneas a cargo de la escritora María Esther Vázquez que semana a semana enriquecía estas lecturas a veces tan eruditas con reflexiones, charlas con escritoras/es y anécdotas varias. De allí, extrapolamos esta que resulta valiosa por varios motivos: M.E.V. |
Referencias:
[i] Gregorio Weinberg (Buenos Aires, 1919–2006) fue un prolífico estudioso e investigador de nuestra cultura y su pasado. Además se desempeño en varias editoriales como editor, por lo que se le deben valiosas colecciones destinadas a nuestras historia y cultura.
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