La democracia no asegura la plena liberación

Oct 26, 2015 Ramón Ábalo La Pata Semanal Comentarios desactivados en La democracia no asegura la plena liberación

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La plena democracia supone la plenitud, también, del goce colectivo de todos los derechos, sin fisuras, para toda organización humana ya sea en pequeñas comunidades, como en una nación o república. Pero ello es relativo, incluso es una entelequia como es el discurso mismo de democracia pues ello significa, taxativamente, de la esencia social, política e ideológica de la organización administrativa actual del Estado capitalista. Obviamente, pues lo que la democracia aún en su nivel más alto, lo que hace es rasquetear y después maquillar la cáscara facilitando que la esencia discriminatoria, clasista, voraz, explotadora y represiva se conserve, aunque sea con paños tibios o con hielo en los hematomas y protuberancias que le infligen sus propios venenos, devenidos de la impotencia.

 (Evita: «Me rebelo indignada con todo el veneno de mi vida o con todo el incendio de mi amor -no lo sé todavía- en contra de los privilegios que constituyen todavía la oligarquía y los altos círculos de las fuerzas armadas y clericales») 

Al menos en Latinoamérica, el capitalismo en su etapa más cruel y depredadora como la actual, o sea el capitalismo imperialista globalizado, sufre de un retroceso ideológico en todo el continente del Río Blanco para abajo, o sea Latinoamérica y el Caribe.

(Evita: «A Perón y a nuestro pueblo les ha tocado la desgracia del  imperialismo capitalista. Se dice defensor de la justicia mientras extiende sus rapiñas sobre los bienes de todos los pueblos sometidos a su  omnipotencia. Pero más abominables aún que los imperialistas son las             oligarquías nacionales que se entregan vendiendo la felicidad de los pueblos”)             

Pero las burguesías locales hacen lo imposible -y lo peor- para recomponerse del desconcierto y del pánico por el avance de la conciencia insurreccional y libertaria, en conjunto, de sus miembros nacionales y populares. Las diatribas y  los actos desestabilizantes de la contra empiezan a tener correspondencia con el fascismo y nazismo de la Europa del 35 , que llevó a la humanidad a la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial, Hiroshima y la era atómica, la guerra fría, las Malvinas, el genocidio argentino, latinoamericano.

(Evita a John Williams Coock: «Tenemos que afirmar todo lo que estamos  haciendo por el pueblo». Y Coock responde: «Claro que sí, pero para ello tenemos que hacer la revolución»)

A partir de hoy, 26 de octubre, los mariscales justicialistas de la derrota han posibilitado un retroceso político ideológico de las estructuras del poder administrativo, el gobierno. Es un síntoma del avance desestabilizante por el imperialismo yanqui en la región mediante fuertes avances de los enemigos de sus propios pueblos. Los «quinta columna» que abren el camino a las embestidas guerreristas del imperialismo yanqui y sus socios de la OTAN.  

(Evita a Discépolo: «… Flaco, te están dando duro por tu Mordisquito» Discépolo: «Señora es que Apold (secretario de comunicaciones -medios oficiales- es un canalla… No deja hablar a la                  oposición…»  Evita: «Apold es un canalla pero tiene razón… Vos creés  que si nos tiran abajo, como ya están tratando, nos van a dejar  hablar…? Nos van a perseguir… Nos van a amordazar… Nos van a fusilar… Nos van a matar… No hay que dejarlos hablar porque están                      contra el pueblo…»)

Eva Perón tenía una visión combativa de los derechos sociales y laborales y pensaba que la oligarquía y el imperialismo actuarían incluso violentamente para anularlos. Consecuentemente compró a Holanda 5.000 pistolas y 1.500 ametralladoras y se las entregó a la CGT, con cuyos dirigentes había impulsado el proyecto de la formación de milicias obreras. Enterado Perón, se enfureció y obligó entregar las armas a la Gendarmería. Su amor por Perón no le impidió comprobar que no era un revolucionario, y se lo dijo: «Che, cuidate de tu lado milico«.

Enferma de cáncer, en su agonía, le preguntó al cura Benítez, su confesor: «Padre, Dios quiere a los pobres…? si los quiere por qué me deja morir si yo amo a los pobres y los defiendo…?» 

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