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Jul 21, 2019 La Quinta Pata Preguntemos (nos) Comentarios desactivados en La felicidad es una trampa
«Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros (…) un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y al entretenimiento los esclavos amarían su servidumbre» (Huxley, 1932).
1.No hay lugar para les débiles.
De alguna manera, el gran eslogan de hoy es: “si hay tristeza que no se note”. Hay una imposición a la felicidad constante, el neoliberalismo produce eso: la creencia de que todo el tiempo se es feliz y sino se debiera serlo, aún trabajando un montón de horas al día para llegar a fin de mes, aún pensando en que les hijes crecen y hay que pagarles los estudios, o pensando en que mañana sube el dólar y se va todo a la bosta. Hay que ser feliz a cualquier costo y si usted no lo es: culpable.
Paralelo a eso los objetos de consumo (celulares, notebooks, tvs) se muestran como la gran solución a todos nuestros problemas, tal es así que si compramos un iPhone vamos a ser muy felices como la chica de la foto con el celular, o podemos ser tan buenos atletas como el pibe con las zapas adidas que está en la propaganda, o tan feliz como nuestro perro comiendo dogchow. Por otro lado, en las redes sociales también nos mostramos felices, sonreímos a pesar de todo en cualquier foto y los filtros luminosos le dan a nuestra vida un poco de “transparencia” casi etérea.
Ahora bien: ¿Qué pasa en este contexto con la tristeza, la pena, la angustia? Porque no sólo no la expresamos sino que incluso entre nosotres la aplacamos, la negamos, como si fuese algo que hay que ocultar o disimular al estilo de: “Si estas mal o algo, salgamos así te distraes”, “Bueno ya está, ya se te va a pasar”. Como si no hubiese lugar para la escucha ni para la pregunta por lo que afecta, la tendencia es a la impostura de la felicidad constante: soltar lo que te hace mal, liberarse de la gente toxica, hacer lo que te haga feliz, etc. Es que al fin de cuentas para mantener esa fachada en redes sociales hay que teatralizar algo parecido en la vida diaria (que al día de hoy es más virtual que otra cosa).
En efecto, sucede que muchas veces cuando intentamos expresar algo que nos afecta del otro lado aparece una especie de pared que habilita la aparición de la culpa. Va un ejemplo:
-Estoy re mal, lo extraño
-Bueno ya fue, si es un boludo, salgamos y chau.
Hay una cuestión culposa de fondo por sentir lo que se siente, porque si es un boludo ¿Cómo vas a estar mal? ¿Cómo vas a estar mal por lo mismo de siempre? Como si no se pudiera estar mal por un boludo y en realidad sufrimos por boludos y boludeces, o tal vez nos boludeamos. Pero pareciera que no hay lugar para la escucha del sufrimiento, de la tristeza y menos si “la causa” es un machista (por ejemplo), o una amiga re chota, tipo como de ultima “si vas a sufrir que sea por alguien que vale la pena”. Una especie de valoración respecto de la gente por la cual se puede o no estar triste, y no sólo de la gente sino también del tiempo: «¿Hace cuánto te separaste? Mil años, olvídate». Como si los lazos durasen subjetivamente lo que dura una historia en Instagram. Una mierda.
2. Si no te hace feliz, no es para vos. Si no te hace feliz estas en una relación toxica.
La palabra tóxico proviene del griego, antiguamente toxikon, que en un primer momento significó ‘lo referente al arco’, luego devino en el ‘veneno que emplean los que disparan flechas’; por último, se generalizó el significado para todo tipo de veneno y derivó en las palabras: intoxicación, toxicologías, toxina, etc. Actualmente se utiliza la palabra tóxico para referir a algún tipo de veneno que ingresa en el cuerpo.
En ese sentido, me pregunto: ¿Por qué se utiliza un adjetivo que, generalmente, es usado para referirse a sustancias de consumo que provocan algún tipo de efecto en el cuerpo, valga la redundancia, tóxico? ¿Es posible pensar que se trata de una forma más de referirse a las relaciones como una manera de consumo? Consumir Facebook, tv, sustancias, Internet, música, deportes, celebridades, libros, cuerpos, etc., donde además, al no hallarse un efecto únicamente placentero, se convierte en algo plausible de ser llamado tóxico.
Ahora bien, ¿Es posible hallar únicamente placer en la relación con un otre? Porque si nos guiamos por eso cualquiera es plausible de ser considerade tóxico, puesto que en realidad el displacer es condición de lazo. En ese sentido, lo que nos permite generar relaciones es entender de alguna manera que algo en nosotres falla, que no somos felices (al menos entendiendo la felicidad en su relación directa con el placer). Algo no cierra y nos dirigimos a un otre un poco con el intento de que venga a cerrar eso que cada vez se abre un poco más (aunque no deja de ser un intento y en definitiva le otre también carga con sus fardos).
En efecto, si el empuje de la época es a relacionarnos con sujetes y cosas que únicamente generen placer y felicidad, y si del otro lado tenemos que el encuentro con el otre no hace más que remitirnos a lo que falla en nosotres: ¿A dónde nos dirijimos si no es al propio Yo que se regocija de sí mismo, que se masturba a sí mismo y se complace haciéndose mirar a través de fotos en redes sociales?
3. La felicidad no tiene precio, pero si un costo.
¿Cuál es el costo que pagamos por mostrarnos felices? ¿Cuál es el costo que pagamos por disimular nuestros afectos tristes? Porque en definitiva no escuchamos al otre para no escuchar nuestro propio sufrimiento. Llevemos la tristeza como bandera en un mundo donde la felicidad es una imposición y una impostura bien impostora.
4. El veneno es de quién dispara la flecha.
En algún punto, el trasfondo también puede ser pensado a partir de que en cuanto alguien muestra algo diferente, algo que conmueve al propio yo, debe ser desplazado y considerado como alguien tóxico. En ese sentido, se corta la posibilidad del diálogo, de la pregunta y de la mostración de lo diferente. Mientras seamos «iguales» la cosa marcha bien: ¿Pero acaso la riqueza de lo colectivo no está en las diferencias?
El empuje a la igualdad provocó en la historia de la humanidad un sin fin de dictaduras, guerras es pos de sostener un ideal religioso, racismos que llevaron a genocidios de pueblos enteros, clasismos que instalan barrios privados para no ver al otre, al marginal que queda al costado. La insistencia a la igualdad no es algo nuevo, la historia se convierte en la repetición de más de lo mismo, cambian las formas pero el problema sigue siendo el mismo: ¿Cómo relacionarnos con una otredad? ¿Cómo sostener el displacer que emerge en la relación con un otre?
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