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¿En qué nos puede servir repensar a un tipo como Platón que vivió hace 2400 años atrás, y en una cultura tan distinta como la griega? ¿Qué ideas “platónicas” pueden servirnos para hoy? ¿Pensadores tan antiguos puedan ayudarnos a entender la actualidad? ¿Pedirles ideas a Platón, no será pedirle “peras al olmo”?
Platón nació hace un montón, en el 427a.C. y se murió en el 347, es decir que vivió 80 años, bastante bien para una época donde el promedio de vida era mucho menor que el actual. Vivió muy lejos de acá, en lo que hoy llamamos Grecia, en una ciudad muy importante en su época: Atenas, probablemente uno de los centros culturales más influyentes de toda la historia de la humanidad, se dice que allí mismo nació la democracia.
Platón es uno de los filósofos más famosos, y al mismo tiempo más dominantes de la cultura occidental, es decir, de la cultura europea, y de las culturas que conquistaron los europeos, por ejemplo: la nuestra. Platón, como casi toda la cultura europea, llegó a América en los barquitos de Colón. Y esto lo digo… para aclarar un punto central… todos, todes, conocemos a Platón… aun sin haberlo leído jamás… porque Platón está metido por los rincones de nuestra cultura, nos guste o no, está escondido, sin saberlo, en nuestra manera de pensar.
El tipo nació en una familia aristocrática, de una muy buena posición social, gente de plata, y con poder político. Y ese origen de ricachón está presente en todo su pensamiento. Tiene una mirada “aristocrática” de la realidad. Piensa que la realidad está claramente dividida entre lo perfecto y lo imperfecto, entre “mejores y peores”. Mejores y peores cosas, mejores y peores ideas, pero también entre mejores y de peores personas. ¿Cuánto de eso habrá en nuestra actual manera de pensar?
Platón hace una diferencia tajante entre la opinión y la ciencia. La opinión es la opinión del pueblo, de la multitud; la ciencia, en cambio es para pocos. Los sabios van por arriba, y la gente común, por abajo. Es el típico intelectual que piensa que los intelectuales son mejores que las personas comunes. Porque los intelectuales, supuestamente, saben y los otros, supuestamente, no. Suena un poco soberbio, no? Pero no era ningún tonto, porque decía que “los que sabían”, eran quienes debían gobernar. El rey debía ser un filósofo. Y él… era un filósofo. Se imaginaba una sociedad donde los filósofos y los científicos gobernaran, los soldados los protegieran y el resto trabajara. Un vivo total.
Se me hace imposible no comparar esa sociedad platónica con la sociedad actual. La actual sociedad, tan estructurada en clases sociales. La clase alta supuestamente es más culta y más estudiada, y por supuesto manda, tiene poder, tiene dinero. Las fuerzas del orden, la policía, la justicia, las leyes que protegen este orden. Y las clases trabajadoras que limpian los baños o recogen la basura o construyen los edificios para la clase alta. ¿Se le habrá cumplido el sueño a Platón? En parte no, porque está claro que los filósofos, quienes para el debían ser los principales gobernantes, somos hoy una profesión en extinción, somos hippies o freakis prácticamente inútiles para la economía de mercado; aunque no tan así los científicos, que suelen ser muy eficientes para asesorar los emprendimientos de los grandes capitalistas del mundo. Pero aun así, hay que reconocer que los científicos no son los que están en la punta de la pirámide, no son ellos los dueños del poder. Digamos que se le cumplió la mitad del sueño. ¿Cuánto hay de esa “meritocracia del saber” en nuestra cultura actual?
Por otro lado, Platón hace una diferencia tajante entre el cuerpo y el alma. Y entiende el cuerpo como la cárcel del alma. A mi entender, una de sus peores ideas. ¿Por qué? Porque con el alma, hay dos opciones. O no existe, que es lo más probable, o en todo caso es una metáfora para hablar de otra cosa: “la esencia de cada persona, lo que somos en el fondo, lo único que no cambia en nosotros con el paso del tiempo”. Y ahí, peor. La idea de “alma platónica” es contraproducente, porque él se imagina un alma que no elegimos, y que es inmodificable. Y lo que somos en el fondo, nuestra esencia, no depende de una supuesta cosa llamada alma, depende de los que nos pasó en la vida, depende de nuestra experiencias, del contexto social de nuestra crianza, de la decisiones que vamos tomando como personas, pero no existe ninguna esencia interna que sea independiente de la historia personal. Es nuestra propia historia la que determina nuestra identidad y no una supuesta esencia inmaterial que llamamos alma. ¿Cuánto de esta “idea platónica del alma” está instalada en aún en nuestra cultura?
Nuestra religión dominante, la cristiana, “copia y pega” en su doctrina cristiana esta idea platónica. El cuerpo, es el lugar del pecado y del mal; y el alma es el lugar de lo bello, de lo bueno, de lo inmortal. Y encima, haciéndonos creer que tendremos una segunda oportunidad, luego de que nuestro cuerpo muera. Personalmente creo que es falso. Pero más allá de ser falso o no, lo más importante, es que nos hace pensar que hay “otro mundo donde todo por fin será justo”. Y ahí está el problema. Postergamos la vida justa para un futuro que no sabemos si existe. Y eso nos convierte en personas sumisas en el presente: “agacho la cabeza, total, cuando me muera voy a ser feliz, porque, como me porte bien, voy a ir al cielo, y ahí, por fin voy a ser feliz”. Nos deja esperando la promesa de una vida feliz para después de muerto. Eso es una chantada, la vida feliz, hay que crearla ahora, hoy, acá. Y el cuerpo no solo no es la prisión del alma, el cuerpo es la base de nuestra existencia. Lo que sentimos, lo que pensamos, y sobre todo, lo que vivimos, primero y principal pasa por el cuerpo. Y en todo caso el alma, es una parte del cuerpo, el resultado de nuestras experiencias. O simplemente un nombre poético que queremos sostener, aunque no tenga ninguna realidad.
El actual debate sobre la sexualidad, y el género tiene mucho que ver con esto. Las ideas conservadoras en cuanto al sexo, son platónicas, nos quieren hacer pensar que el cuerpo es una máquina de fabricar pecados, que el cuerpo es pecaminoso, impúdico, inmoral, obsceno. Que debemos reprimir nuestros instintos sexuales. Y que por lo tanto deberíamos escuchar el llamado del alma, que viene hacer una especie de chip de angelito, y que por lo tanto representa la pureza, la virginidad, y la belleza interior. Otra chamuyo precioso pero que no nos sirve, y peor aún… nos hace sentir culpable de algo tan natural como sentir atracción por otras personas, sean del sexo que sean. Nos hace sentir culpables por querer disfrutar del sexo del modo en cada uno quiere… solo por el hecho de que ese modo no coincide con los mandatos impuestos por la tradición. Por supuesto que a veces es necesario reprimir nuestros instintos, pero no porque debemos obedecer al alma, sino porque podríamos dañar a otra persona. No es el alma, es respeto.
Platón entiende que hay dos mundos, dos realidades. La realidad que vemos, tocamos, sentimos, olemos. Es decir, la que percibimos por medio de nuestros 5 sentidos y la otra, que es intelectual, lo que pensamos, lo que razonamos. Por lo tanto, lo que sentimos y lo que pensamos van por dos carriles distintos. ¿Cuánto hay de esa idea todavía hoy?
La primer realidad, la sensible, es demasiado cambiante, está en permanente movimiento, y hay demasiadas cosas en ellas, es confusa, y por lo tanto Platón entiende que es una realidad falsa, o por lo menos de la que debemos desconfiar. Es una realidad aparente, justamente: una apariencia. Pero detrás de ella, hay otro mundo. Mejor dicho, por encima de ella hay un mundo que no es cambiante, que es permanente, preciso, perfecto, racional. Al que, por supuesto, solo podemos acceder por medio de nuestro razonamiento, por medio de la reflexión y no por medio de los 5 sentidos. Este mundo perfecto es el mundo de las ideas. Por eso, la verdad está detrás de las apariencias.
Esa idea, la de que “la verdad está detrás de las apariencias”, es la idea principal de su famosísima “Alegoría de la Caverna”, también conocido como “Mito de la Caverna”. Este “mito” es una historia de ficción que tiene un fin educativo. Platón quiere explicar con este cuento cómo funciona el conocimiento. El cuento dice más o menos así: “En una cueva, una caverna, se encuentran un montón de personas encadenadas, prisioneras, atadas de pies, manos y cabeza. Solo pueden mirar hacia una sola pared. En esa pared se proyectan sombras de distintos objetos: la sombra de un jarrón, de la cabeza de un animal, etc. Ellos nunca han visto la realidad tal cual es, entonces… creen que las sombras son la realidad. Viven así durante años, hasta que un día, uno de ellos, logra escaparse. Sale de la caverna, luego de atravesar muchos obstáculos, por fin ve, observa por primera vez, la realidad tal cual es: mira el sol, los arboles, el suelo, etc. Entonces… decide volver al interior de la caverna para rescatar a sus compañeros. Pero no lo logra. Los prisioneros se burlan de él, y Platón incluso insinúa que si los prisioneros pudieran hacerlo, serían capaces de matarlo con tal de que el ex prisionero no cuestione la realidad a la que se han acostumbrado”.
Creo que esta es la idea más útil de Platón. La que más nos sirve para comprender algo de nuestra actualidad. La idea de que tal vez vivimos distraídos con apariencias, que vivimos mirando la misma pared, en un lenguaje moderno, que siempre vivimos mirando la misma pantalla, y creemos que los que vemos, en esa pantalla, es la realidad. Y si algunos de nosotros aparta la mirada de esa pantalla, y busca la verdad afuera, y si finalmente encuentra una verdad detrás de las apariencias, y se atreve a volver, para cuestionarnos, para cuestionar que sea realidad aparente a la que nos hemos acostumbrado ¿cuál sería nuestra respuesta? ¿No lo trataríamos como un loco, un bicho raro, un inadaptado?
Por supuesto que me refiero a los medios de comunicación, a su gran capacidad de construir una realidad paralela, un montón de sombras, de apariencias, a que nos hemos habituado tanto, durante años, que nos es casi imposible ya, deprendernos de esas cadenas. ¿Qué podemos hacer para romper esas cadenas? ¿Para romper con el habito de tomar por verdadero las apariencias que nos muestran las pantallas? ¿Quiénes son aquellos… los que están tan interesados en encadenarnos al hábito de las pantallas? ¿Detrás de las pantallas… hay una sola realidad? ¿Ustedes qué piensan?
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