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Jun 07, 2020 Alfredo Saavedra Mundo Comentarios desactivados en Trump el rey papanatas quería un baño de sangre bendecido por la Biblia
“Fue el momento más bajo de la presidencia más baja”.
Diario Toronto Star
En el fragor de las protestas de esta semana de un fuerte sector de la población estadounidense, el emperador de opereta, presidente Donald Trump, quiso desenterrar un procedimiento legalista sepultado desde hace dos siglos, para reprimir a los manifestantes mediante el uso del ejército entrenado para guerras de gran escala. Con eso el dictador siglo 21, pretendía acabar con las protestas por el asesinato de uno de un ciudadano del colectivo afroamericano, a manos de una policía represiva con métodos al estilo de la Gestapo de la Alemania de mediados del siglo pasado.
Las protestas, diseminadas por todo el territorio de la extensa geografía “Americana” se habían sostenido hasta el fin de semana, en un movimiento no solo centrado en la cruel muerte infligida al ciudadano George Floyd, por un miembro de las fuerzas de seguridad del gobierno, sino como la reivindicación del pesar por una serie sucesiva de muertes ocasionadas a una quincena de personas del prospecto afroamericano, por una consuetudinaria conducta represiva de la policía institucional.
De ahí que las protestas conglomeraron a grupos diversos de la sociedad estadounidense, en una alianza cívica decidida a demostrar al gobierno del señor Trump, su repudio por el crimen policíaco de esta vez, sino por una situación de permanente asedio a la población de la negritud estadounidense. La expresión ¡Basta! de la interpretación del grito Enough! is enough! resume el resentimiento acumulado por la población ya cansada de esa constante de la brutalidad policíaca y que ahora con esas multitudes en todo Estados Unidos, que los expertos de la política local han calificado de nunca vistas en la historia de esa nación.
Como ha sido informado, en otras varias ciudades de diferentes países se han realizado demostraciones en solidaridad con el movimiento en Estados Unidos y la prensa en general ha coincidido en su opinión favoreciendo el criterio sobre la legitimidad de las protestas. A continuación se reproducen algunos párrafos traducidos al español, del editorial del jueves del principal diario canadiense Toronto Star:
“Con su país dolorido, saliendo del bloqueo de COVID-19 solo para entrar en una nueva pesadilla de asesinatos policiales, protestas y disturbios, Trump ofreció lo contrario de liderazgo y consuelo. Encontró la herida más fresca y la frotó con sal, todo para obtener una ganancia política desnuda.
Proclamó «Soy su presidente de la ley y el orden», haciéndose eco conscientemente de las palabras de presidentes republicanos anteriores que jugaron con éxito ante el temor de las minorías inquietas para ganar el apoyo de la llamada «mayoría silenciosa» de los votantes blancos conservadores. Amenazó con llamar a los militares para domesticar ciudades estadounidenses y aplastar lo que su administración ahora llama «terrorismo doméstico».»
“Luego, picado por las acusaciones de que se había estado escondiendo en su búnker de la Casa Blanca, hizo que la policía despejara el camino con gases lacrimógenos y balas de goma para poder cruzar la calle y organizar una sesión de fotos frente a una iglesia liberal episcopal cuyos líderes estaban horrorizados por su presencia. Manifestantes pacíficos fueron golpeados con gases lacrimógenos para que Donald Trump pudiera posar en esa iglesia local.
Levantó una Biblia como un accesorio de escena, sin molestarse siquiera en abrirla. Toda la actuación fue literalmente un sacrilegio, un eco extraño de las palabras de Jesús del Libro de Mateo: “Cuando ores, no seas como los hipócritas; porque les encanta pararse y rezar en las sinagogas de las esquinas, para que otros puedan verlos «. Hipócrita de hecho. ¿Pero funcionará? Por ahora sabemos que Trump está dispuesto a decir cualquier cosa, hacer cualquier cosa, ir más abajo de lo que cualquiera creía posible, si sirve a sus fines políticos. La moral, incluso la simple decencia, no es parte de su ecuación.”
Hasta ahí lo puntualizado por el mencionado editorial. Así que como se dice: “Más claro no canta un gallo.”
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