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Nov 20, 2016 Federico Mare Recomendada Comentarios desactivados en Cornejo y los femicidios, Valerio y el techo de cristal
La polémica nominación del camarista penal José Virgilio Valerio como ministro de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, en reemplazo del juez saliente Herman Salvini, ha suscitado un gran revuelo y malestar, y una fuerte oposición por parte de las organizaciones feministas, asociaciones de derechos humanos, fuerzas de izquierda y, en general, todo el arco progresista de la sociedad civil. No era para menos: en medio de la terrible ola de femicidios que enluta a la provincia, y de la gran visibilidad pública lograda por la campaña nacional Ni Una Menos, se esperaba un nombramiento más a tono con esa apremiante realidad. Se demandaba, pues, un mayor grado de sensibilidad de género en quien tenía la responsabilidad de proponer un candidato para cubrir la vacante (el gobernador), y también en quien tenía la potestad de avalar o rechazar el pliego (el Senado).
Ascendiendo a siete el número de integrantes del máximo tribunal provincial, y siendo todos varones, se aguardaba que fuese una mujer quien sucediera a Salvini. De hecho, pocos meses atrás, la vicegobernadora se hizo eco de dicha expectativa.[i] Pero no. Primaron otras razones, más mezquinas, a saber: 1) la política reaccionaria y demagógica de mano dura en materia de seguridad (Cornejo nunca ocultó que quería un juez más punitivista o menos «garantista» en la Corte);[ii] 2) el partidismo de la vieja politiquería criolla (Valerio es radical y hombre de confianza del gobernador, y la UCR movilizó sin pudor todo su aparato para respaldar el pliego); y 3) una concepción obtusamente tecnicista y sexista de la idoneidad judicativa, que minimiza o desconoce la importancia de tener una jueza con perspectiva de género en el órgano supremo de la justicia mendocina, como alguna vez –entre 1984 y 2010– supimos tener a la eminente jurista Aída Kemelmajer.
Peor aún: no sólo se desaprovechó la oportunidad histórica de escoger alguna de las muchas mujeres capacitadas de nuestra judicatura provincial (el propio Valerio ha reconocido en un reportaje reciente que “la mayoría de los magistrados son mujeres”[iii]), sino que se eligió sin vacilaciones a un hombre con un profuso currículum de fallos sexistas, misóginos y homofóbicos. Un hombre que en reiteradas ocasiones ha estado en el ojo de la tormenta, y ha sido blanco de críticas y denuncias precisamente por ese proceder (casos Alejo Hunau, 2006; Fernanda Toledo, 2010; Cinthia Rojas Echevarreta, 2013; y Soledad Olivera, 2015; entre otros).
No pongo en tela de juicio el saber experto de Valerio como jurista y académico, ni su dilatada experiencia profesional de casi tres décadas como fiscal y juez de la provincia. Pero esos dos atributos de ningún modo alcanzan a contrapesar sus graves –y muy perniciosas– falencias en materia de perspectiva de género, y lo cierto es que la dramática situación social de Mendoza (19 femicidios en lo que va del año, cifra récord) pide a gritos una Suprema Corte más comprometida en la defensa de los derechos de las mujeres. A todas luces, la designación de Valerio va en dirección diametralmente opuesta a esa urgente necesidad, de ahí que haya generado una catarata de repudios e impugnaciones como hace tiempo no se veía por estas tierras cuyanas.
El cornejismo, cada día más derechizado, más consustanciado con el proyecto neoconservador del macrismo (políticas de ajuste fiscal y precarización laboral en el sector público, tarifazos, defensa de los intereses de las grandes empresas, criminalización de la protesta social, guiños a la minería «sustentable», etc.), sigue acumulando decisiones impolíticas en sus alforjas de gobierno. En lugar de romper el techo de cristal que impide o dificulta el ascenso meritocrático de las mujeres a la Suprema Corte de Mendoza –en una provincia donde, desde hace tiempo, hay más alumnas que alumnos en la carrera de Derecho, más abogadas que abogados, y más juezas que jueces–, Cornejo optó por mantenerlo, e incluso por reforzarlo. Sin palabras…
El gobernador de Mendoza, con el autoritarismo, la obcecación y la soberbia que lo caracterizan, hizo caso omiso de todo, sin ningún resquicio de vergüenza o remordimiento: la opinión inicial de su compañera de fórmula y otras correligionarias, antes de que la disciplina partidaria prevaleciera; la disidencia de Silvina Anfuso, directora de Género y Diversidad; los reclamos de numerosas organizaciones, como Alianza de Abogadxs por los Derechos Humanos de las Mujeres, Idegem, Xumek, LADH, Asociación Ecuménica de Cuyo, Coordinadora Feminista, CELS, Cuestión de Mujeres, Red PAR Mendoza, APDH San Rafael y Malona Rosa; la lluvia de impugnaciones (más de 600, entre ellas la de Pérez Esquivel) al pliego de Valerio, con variados argumentos de sustentación; el art. 7, inc. b, de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (tratado internacional que la República Argentina ha firmado y ratificado, y al que le ha conferido explícitamente rango constitucional);[iv] las recomendaciones de la Suprema Corte nacional a través de su Oficina de la Mujer, muy concretas y enfáticas (Acceso de las mujeres a la Magistratura: perfil de las/os postulantes a los concursos, 2014);[v] la histórica resolución 66/130 de la Asamblea General de la ONU, intitulada La participación de la mujer en la política (marzo de 2012); el informe El trabajo, la educación y los recursos de las mujeres: la ruta hacia la igualdad en la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2011)…
Cornejo quería en la Corte provincial, a toda costa, un cruzado «antigarantista» y radical como él, que además fuera de su riñón. Eso quería Cornejo, y no cejó hasta salirse con la suya. ¿La violencia sexista, los 19 femicidios en menos de un año, los derechos de las mujeres, la equidad de género, el techo de cristal en la judicatura? Bien, gracias… Son minucias postergables.
“La seguridad […] para mí es prioridad”[vi], admitió Cornejo. ¿Siempre o a veces? “El verdadero y principal problema de Mendoza es la inseguridad”[vii], remarcó. ¿Los femicidios y las violaciones no son parte de ese problema que tanto lo desvela? Sinceridad a medias la suya, rayana con la hipocresía. El mandatario ladero de Macri pretende una justicia más draconiana, pero no en el caso de la criminalidad asociada al machismo y la misoginia. En dicho caso, nuestro gobernador es muy moderado e indulgente, un espíritu benévolo y compasivo partidario de la mano blanda. Su doble vara en la lucha contra el delito es muy llamativa, y por demás sintomática. Deja al desnudo su ideología patriarcal. Lo mismo cabe afirmar en relación a Valerio: su mentado celo punitivo ha sido bastante dispar, como bien lo han subrayado las abogadas Mariana Hellin y Carolina Jacky, Silvia Ontiveros (la madre de Alejo Hunau) y la asociación Xumec, entre muchas otras voces calificadas.
Para Cornejo, siempre propenso a las lecturas conspirativas y la autovictimización, la ola de femicidios en Mendoza es una nimiedad que no merece ser parte de la agenda de seguridad, una exageración retórica de grupúsculos feministas fanatizados y partidos opositores maquiavélicos. No hay que “fomentar debates subterráneos”, ni “intentar torcer la discusión con temas secundarios”, sermoneó el mandatario en vísperas de la audiencia pública de Valerio. “Se desvía el tema de la inseguridad a que sea una mujer la elegida”, hacia “debates que son mucho más minoritarios”, se quejó. “Quieren desviar el foco de la seguridad a temas minoritarios”, insistió en denunciar. Y con su estilo bravucón y tribunero, redobló la apuesta: “Sé que están agazapados los que fomentan debates alternativos”. “Son los que han llevado a la Justicia a ser blanda y que no haya condenados por delitos”. “Que den la cara los que piensan que el delincuente debe estar libre esperando el juicio. Que se enfrenten a la sociedad en la audiencia pública y expliquen lo que piensan”.[viii]
Sin ninguna consistencia lógica y sin ningún escrúpulo ético, Cornejo buscó enredar la discusión de género sobre la nominación de Valerio con el debate criminalístico en torno al endurecimiento de las penas. Dicho de un modo más coloquial, embarró la cancha para llevar agua a su molino. El fin (mano dura) justifica los medios (mendacidad difamatoria). A Cornejo siempre le ha gustado lanzar bravatas y chicanas pour la galerie, y salirse por la tangente con falacias de espantapájaros.
También le ha gustado siempre –como buen demagogo que es– dar por terminados los debates recurriendo al argumento ad populum (léase: encuestas por encargo), y ahora lo ha vuelto a hacer. Según ha manifestado hasta el hartazgo, su cruzada en pos del endurecimiento de las penas se debe a que ésa es la solución “que desea el 80% de los mendocinos”[ix]. Y según él, la gente nunca se equivoca, jamás. ¡Claro! Por eso Hitler ganó las elecciones de 1933… Los gobiernos deben limitarse a hacer –y dejar de hacer– lo que mandan las encuestas, y punto. ¿Expulsión de inmigrantes? Expulsión de inmigrantes. ¿Mano dura? Mano dura. ¿Pena de muerte? Pena de muerte. ¿Castración química? Castración química. ¿Tolerancia con el «gatillo fácil» y la «justicia por mano propia»? Tolerancia con el «gatillo fácil» y la «justicia por mano propia». ¿Cárceles inhumanas donde de los delincuentes se pudran? Cárceles inhumanas donde los delincuentes se pudran. ¿Torturas? Torturas… Vox populi, vox Dei. ¿Quién es Alfredo Cornejo? El intérprete privilegiado y ejecutor obediente de esa voz infalible, pletórica de sabiduría. No estoy diciendo que Cornejo haya aplicado o vaya a aplicar todas esas medidas. Lo que hago es mostrar cuán absurdo y peligroso es concebir la gestión pública como un mero termómetro y caja de resonancia de esa cosa tan difusa, manipulable y volátil que es el «humor popular» o «lo que quiere la gente».
Pero ojo al piojo, que Cornejo hizo una generosa concesión: “Es cierto, es razonable que haya una mujer en la Corte. Si hubiese habido una mujer que cumpliera con el criterio de dureza que tiene Valerio, lo hubiese hecho”, la hubiese nominado. ¡Qué arcaísmo! ¡Cuánto prejuicio! En pleno siglo XXI, el gobernador de Mendoza nos viene otra vez con la cantinela machista de la masculinidad como sexo fuerte, y la feminidad como sexo débil, estereotipos de género que, de golpe y porrazo, nos retrotraen a la Querella de las mujeres del Medioevo.
¿Qué es «dureza»? ¿Sancionar a quienes transgreden las leyes? ¿Penalizar a quienes delinquen conforme a derecho? Para eso no se necesita una Corte «viril», sino una Corte justa. Y la justicia, señor Cornejo, no es monopolio de los varones. Hacer de Valerio un mesías salvador, y de su elección un asunto de vida o muerte; afirmar que nadie más que él podría garantizar la no impunidad, que únicamente él sería capaz de juzgar crímenes sin apartarse de la letra y el espíritu del Código Penal, es faltarles el respeto (tratar de inmorales o inútiles) no sólo a todas las juezas de la provincia, sino también a todos los jueces, incluyendo a los seis que permanecerán en el máximo tribunal cuando Salvini se retire.
Más de un radical ha comentado con sorna que la elección de una jueza no necesariamente hubiese garantizado un avance en perspectiva de género dentro de la Suprema Corte provincial, ya que no todas las magistradas poseen esa perspectiva. Se trata de un razonamiento sofístico. Desde luego que no todas las juezas tienen perspectiva de género, y que no todos los jueces carecen de ella (Eduardo Orozco por ej.). El sexismo es una ideología, no un atributo biológico. Se adquiere por socialización, no por herencia genética. Hay varones machistas y mujeres feministas, y también varones feministas y mujeres machistas. Todas las combinaciones son posibles en el complejo y dinámico universo de la cultura. No hay leyes de hierro a nivel sociológico, pero sí tendencias más o menos generales: es más probable que una jueza –por su condición de mujer– tenga mayor sensibilidad y formación en cuestiones de género que un juez, del mismo modo en que es más probable que un magistrado judío demuestre mayor preocupación por el antisemitismo que un magistrado cristiano.
El problema mayor con Valerio, claro está, no es que sea varón, sino que sea sexista. Se pudo haber designado alguien de probada idoneidad que no tuviera ese defecto, sea mujer u hombre. Pero si era una jueza, mucho mejor hubiese sido. ¿Por qué? Porque asegurar, en una Corte exclusivamente masculina desde la salida de Kemelmajer (2010), la presencia de al menos una mujer, hubiera sido un gesto de gran valor simbólico, una señal clara de que se quieren, dentro del Poder Judicial, ciertos avances en equidad de género y perspectiva de género. En una Mendoza conmocionada por la ola de femicidios, ese gesto, esa señal, eran muy importantes, muy necesarios. Pero Cornejo quería un juez mano dura, correligionario y de su entorno, y el radicalismo mendocino no tuvo coraje para contradecir a su jefe.
La tarea del historiador –aseveró Hobsbawm– “consiste en recordar lo que otros olvidan”[x]. Esto también es aplicable a la historia inmediata de nuestra vapuleada provincia. Ayer nomás, hace apenitas un año, la UCR provincial –entonces oposición– se vanagloriaba de que su senadora Claudia Najul hubiese presentado un proyecto de ley que fijaba un cupo femenino del 30% a la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, lo cual suponía un mínimo de dos juezas en dicho tribunal. Sin embargo, ahora que es oficialismo, el radicalismo cambió de opinión, y el proyecto no pasó de la media sanción. ¡Hasta la mismísima Najul mudó de parecer, renegando de su propia propuesta parlamentaria! Cosas que pasan, ¿no?
La UCR mendocina no sólo ha perdido todo interés en el cupo de 2/7, sino que ni siquiera le parece ya relevante garantizar la proporción mínima de 1/7. Primó la disciplina partidaria, la obediencia al gran caudillo don Cornejo. ¿La perspectiva de género? Al tacho de basura, puesto que la UCR ahora es gobierno, y ya no tiene que llevarle la contra a Paco Pérez. De buenas a primeras, lxs radicales –salvo excepciones– se convirtieron en talibanes de la «meritocracia» en abstracto, sin cupos femeninos; y algunos de ellos, hasta se sumaron con entusiasmo a la campaña confusionista Nadie Menos. En menos de lo que canta un gallo, se olvidaron del proyecto de su correligionaria Najul (¿acaso ella misma no se olvidó de él?), y se convirtieron en adalides fervientes del pliego de Valerio. En síntesis, un ejemplo paradigmático, de manual, del famoso teorema de Baglini.
Del acting preelectoral de la ley de cupo femenino, a la cruda realidad de un techo de cristal reforzado. De la media sanción al proyecto de Najul, a la postulación contumaz de Valerio. Del cornejismo opositor versión 2015, al cornejismo oficialista versión 2016. No será, pues, la Suprema Corte «renovada» por el líder de Cambia Mendoza la que ponga fin, con sus siete varones, a la ola de femicidios que ensombrece tanto a nuestra provincia.
[i] “Montero: hay que pensar mujeres para la Corte”. Unidiversidad, 5/7/2016.
[ii] Cornejo declaró, por caso, lo siguiente: “Estamos tratando de que la Justicia sea más dura, sea efectiva, que deje detenidas a las personas, que cambie el criterio que se ha venido implementando en la Justicia nacional y en la provincial que privilegia los derechos de los acusados con respecto a las víctimas” (Los Andes, 19/10/2016). Asimismo, enfatizó: “la gente me pide justicia y penas firmes” (MDZ, 8/11/2016).
[iii] “El juez masón, agnóstico y vegano que llega a la Corte”. Los Andes, 13/11/2016.
[iv] “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país y, en particular, garantizando, en igualdad de condiciones con los hombres el derecho a […] participar en la formulación de las políticas gubernamentales y en la ejecución de éstas, y ocupar cargos públicos y ejercer todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales”.
[v] “…En tanto son los Consejos de la Magistratura y Poderes Ejecutivos y Legislativos los que deciden sobre la integración de los máximos cargos de la Justicia, es a éstos órganos a quienes les cabe prioritariamente la responsabilidad de producir un cambio efectivo en la composición de la magistratura argentina que satisfaga los compromisos internacionales oportunamente suscriptos, ya sea mediante decisiones que impliquen medidas de acción positiva para que las mujeres ocupen esos cargos, o promoviendo modificaciones normativas para que, a la hora de establecerse los requisitos para el acceso a la magistratura, se tenga en cuenta el impacto que la división sexual del trabajo tiene en el desarrollo de la vida profesional de las mujeres.
A su vez, la designación de mujeres en las más altas esferas de decisión de la Justicia puede actuar para alentar a otras mujeres a presentarse a los concursos para acceder a la magistratura.
Son las decisiones firmes a favor de los derechos humanos de las mujeres las que pueden generar cambios efectivos y sustanciales que finalmente rompan el aún persistente ‘techo de cristal’”.
[vi] “Cornejo presentó a Valerio y envió un duro mensaje a la Justicia”. Sitio Andino, 15/10/2016.
[vii] “Cornejo y las críticas a Valerio”. Sitio Andino, 19/10/2016.
[viii] Citas extraídas de “Cornejo pidió que el Senado vote contra los «suelta presos»”, “Cornejo y las críticas a Valerio” y “Cornejo quiere a Valerio en la Corte por la demanda de seguridad”. MDZ, Sitio Andino y Unidiversidad (respectivamente), 19/10/2016.
[ix] “Cornejo pidió el apoyo a Valerio por su ‘criterio estricto’ con los delincuentes”. El Sol, 19/10/2016.
[x] Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX. Barcelona, Crítica, 2003 (1994), p. 13.
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