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Feb 21, 2016 Eduardo Paganini El baúl Comentarios desactivados en Florencia Fossatti: un hito en la educación mendocina
Este texto que comienza a editarse hoy en EL BAÚL, publicado en una revista de circulación nacional, fue escrito por una educadora mendocina, Florencia Fossatti[i], que había sido expulsada del sistema educativo provincial por el autoritarismo de turno. El mismo es un resumen —redactado por la misma docente[ii]— de una publicación mayor conocida como Alegato… (puede verse en cuadro aparte la imagen de su tapa).
La amplitud de razonamientos, la riqueza del vocabulario y la convicción de las argumentaciones nos muestran que el magisterio mendocino tuvo en su historia páginas muy eminentes.
En estos días en que aún persisten los ecos de la vuelta de las instituciones al cauce constitucional mediante un programa que enunciaba y afirma un estado de derecho, al que la ciudadanía dio aprobación cálida y evidente en las históricas elecciones de febrero, los actos persecutorios al margen de la legalidad, más acá de los más elementales derechos humanos, cabe a la gente de este suelo afianzarse en una concepción sobre el ejercicio del poder público concordante con sus necesidades y justos anhelos, que espera ver realizarse cotidianamente en mérito a ese programa que una gran mayoría avaló, confiando en propósitos sinceros y por tanto intergiversables de justicia.
Esto implica por parte de los funcionarios responsables abocarse al examen de situaciones creadas al albedrío de círculos interesados, en mengua no sólo del derecho de las personas, sino en desmedro de las normas sociales y jurídicas en que se asientan las instituciones del pueblo.
La opinión pública general y la de los sectores afectados, particularmente, incluyeron en esta negativa categoría la campaña contra la cultura que grupos antidemocráticos, desde las posiciones de gobierno que ocupaban en los órdenes nacional y provinciales, emprendieron a mediados de la década del treinta, intensificando la permanente actividad reaccionaria.
Después que se afirmó en la Cámara de Diputados de la Nación, durante un debate trascendente, “la justicia no tiene límites en el tiempo’’, no se puede discutir la oportunidad de esta presentación sobre hechos que exceden ampliamente un justo interés personal, aunque producidos a veintidós años del presente. Su lectura, es mi convencimiento, no dejará dudas sobre la actualidad de los temas que se plantean.
La ofensiva a que nos referimos fue amplia e inescrupulosa. Arreció descaradamente la tarea del revisionismo regresivo en la consideración de acontecimientos básicos de nuestra formación histórica y de los principios que la orientaron. No la arredró ensombrecer, negar, deformar e insultar a las figuras próceres señaladamente progresistas. El mismo San Martín fue conscientemente envuelto en bruma de halagos fetichistas mientras se olvidaba el sentido político de liberación nacional y americana que orientó su actuación.
En el campo de la enseñanza pública en todos sus grados, se lanzó en acciones confusionistas y destructoras, mediante el empleo de la mentira lisa y llana como arma de combate, la tergiversación de hechos y los represivos propios de los intentos de regresión. Para el desarrollo de este plan tal tarea previa era necesaria. Había que sembrar la duda y el descrédito sobre la educación pública y por la intimidación conseguir el silencio y la pasividad propicios al objetivo de abrir anchamente las puertas a la fascistización de la enseñanza, desde la primaria a la universidad.
Docentes, estudiantes y pueblo habían demostrado, en diversos momentos y circunstancias, su rechazo a los intentos oscurantistas. Afianzados en la concepción rivadaviana, científico-liberal para los estudios superiores, y las tesis de Sarmiento en Educación popular y otros trabajos, enriquecidas por ilustres pedagogos y hombres de ciencia argentinos generaciones de maestros amantes del progreso, docentes y estudiantes ofrecían resistencia tenaz. Y la marcha hacia adelante, que no se detiene, había creado nuevos antecedentes valiosos y realizaciones en pleno desarrollo.
Los grandes movimientos gremiales de maestros y la reforma universitaria fortalecieron las bases democráticas de la enseñanza. Los docentes adquirieron un más claro sentido del valor social de su misión y una mayor conciencia de su fuerza. Todo este profundo sedimento presentaba serias dificultades a los propósitos anticulturales del fascismo.
La ola del movimiento renovador de la educación que desde los viejos centros culturales europeos se derramaba en nuestras playas, agregó nuevos obstáculos.
Por su sentido político y científico, revitalizaba la corriente que en Pestalozzi y sus antecesores —entre otros, la gran figura de Comenio—, tenía sus teóricos y los impulsores de la escuela popular.
El reflejo en la educación común de las aspiraciones y luchas del pueblo, lo registra nuestra vida nacional con plena evidencia. Muchos maestros sintieron, pues, la influencia de las teorías fundadas en una seria experimentación, de una corriente pedagógica moderna, originada por la necesidad de una formación de la niñez y juventud acorde con aquellas primordiales del ser humano e imbuida de sentimientos generosos de solidaridad.
El nazifascismo necesitaba, para sus fines de dominio y explotación universal, poner su zarpa sobre la actividad educacional y progresista. Y así lo hizo. Una formación de la infancia y juventud fundada en los principios filosóficos y políticos, y los hábitos sociales y morales que debían sustentar las acciones hacia el cumplimiento del programa delineado en el Mein Kampf, era premisa absoluta para sus posibilidades de victoria. La forma como se envenenó a la juventud alemana indica que sus métodos, en determinadas condiciones, podían ser temporariamente eficaces.
En las mismas piras en que ardieron los volúmenes de la obra de genios que honran a la humanidad, se quemaron los de Pestalozzi y educadores que siguieron las bases pedagógicas y la esencia auténticamente popular de su escuela. Sin ir más lejos, en esta Mendoza —entre las primeras que en los años iniciales de vida independiente aplicó el método Lancaster para alfabetizar la población; el terruño nativo de don Emilio Civit, uno de los líderes en el Congreso de la gran campaña por la histórica ley 1420 de educación común— el mismo acto se consumó con obras de Sarmiento.
Asimismo fue perseguida la labor seria y patriótica de los maestros en los países donde el nazifascismo dominó o pudo ejercer su influencia. Baste recordar la suerte corrida por la magnífica renovación de las esencias comunes de Viena o el caso de España, donde la guadaña del fascismo falangista cortó los tallos de un florecer maravilloso. Parece inútil recordar cómo la persecución, vejámenes, destitución, torturas, exilio, pérdida de la libertad o de la vida se encarnizó en el castigo de la docencia democrática.
La furia de la reacción nazifascista llegó hasta las riberas del Plata y no se detuvo hasta alcanzar el pie del Ande. Como es lógico, creyó necesario, para preparar el camino que con optimismo vislumbraba, desmantelar las bases de la cultura nacional. En procura del escarmiento necesario a la intimidación, no se paró en barras. Sin reparos a la repercusión de semejante medida en el ámbito de la república y naciones latinoamericanas y hacia el posterior juicio de la historia, desposeyó de las cátedras a un pensador de los quilates y prestigio de Aníbal Ponce, de su labor y perspectivas.
Contemporáneamente se detenía y torturaba a estudiantes y ponía en la penumbra a intelectuales distinguidos, reacios a entrar por el aro opresivo y corruptor de la reacción fascistizante; y se arrojó simplemente de sus cargos a educadores de los diferentes rangos, sin aducir, la mayoría de las veces, otra razón que la de mejor servicio o, lo que es lo mismo, en forma discrecional.
Había de cumplirse esta faena. Lo exigía la formación de un clima propicio al propósito de arrasar con la esencia científica y democrática tirada en la laboriosa tarea diaria por miles de maestros identificados con el espíritu sarmientino y educados en la concepción pedagógica concurrente de José María Torre, Leopoldo Herrera, Carlos N. Vergara, Víctor Mercante y tantos otros.
En Mendoza, donde el movimiento renovador se expresaba con pujanza, afianzado en la experimentación y el estudio y mantenía con vigor y sinceridad los lazos con los antecedentes pedagógicos y democráticos, adaptados y recreados por la escuela argentina en función de las necesidades y aspiraciones nacionales, se centró el ímpetu agresivo de la reacción en la violencia de su nueva fase.
El furor iconoclasta se desató sobre las escuelas experimentales, la fecunda obra en desarrollo de los grados infantiles, el hacer de la energía creadora de tantos maestros. Obra social y pedagógica que pese a las imperfecciones propias de toda búsqueda, en su conjunto, se perfilaba rico en realizaciones positivas y de promisorio porvenir. Y lo que es más grave todavía, detuvo el avance de la educación popular y preparó, condiciones para el retroceso, así fuese temporario, contra el luminoso sentido do la escuela tradicional laica y democrática en desarrollo progresivo, adecuado para “educar al soberano” de una nación en marcha dificultosa pero de ascenso permanente.
El debate en la Cámara de Diputados de la Legislatura mendocina del 6 de mayo de 1936, evidencia con claridad meridiana el carácter político reaccionario de la confabulación que en esos días desataba, en el arden local, un ataque contra la educación popular argentina.
El representante del pueblo que actuó en la Cámara llevando el peso de la defensa de la escuela sarmientina en desarrollo, puso el dedo en la llaga cuando demostró que la actitud del oficialismo era una consecuencia de la declinación de las instituciones democráticas desde el golpe del 6 de setiembre de 1930 y un episodio de los planes en marcha para anularlas en uno de sus importantes aspectos, el educacional.[iii]
Fuente: Florencia Fossatti, Renovación educacional y ofensiva reaccionaria, Buenos Aires, Cuadernos de Cultura, julio-agosto de 1959
Referencias:
[i] “Florencia Fossatti (1888-1978) fue una de las pioneras de la renovación pedagógica en nuestro país. Buscaba una educación laica, democrática y acorde a las necesidades del pueblo. Esto le valió la cárcel y la expulsión del magisterio. Junto a otros docentes, luchó por la organización gremial del magisterio y fue líder del movimiento que logró la conquista del primer escalafón docente. En 1921 fue destituida, junto a Angélica Mendoza, de su cargo de docente en la provincia. Acusada de «sublevación del magisterio” y «anarquía del personal». Desde ese momento hasta 1930, se desempeñó como docente en una escuela dependiente de la Nación. Formó parte, junto con otros docentes, de un movimiento de renovación pedagógica que tuvo su apogeo entre 1927 y 1936, denominado «Escuela Activa». Esta corriente retomaba las ideas de intelectuales europeos y estadounidenses que realizaban experiencias novedosas en la búsqueda de un sustento científico para los estudios pedagógicos. En la década del 30, la Nueva Escuela fue perseguida ideológicamente por los sectores conservadores y Florencia Fossatti debió dejar su cargo por 23 años. En 1938 se afilió al Partido Comunista, participó en la Asociación Femenina Anteguerra (AFA) y escribió en el periódico «El mensajero de la paz”. En 1945, Florencia solicitó sin éxito a la Dirección General de Escuelas su reincorporación al magisterio. Trece años más tarde reanudó su pedido a través de una publicación: «Alegato pedagógico. Bases pedagógico-político- jurídicas de una petición de justicia». Recién en 1958 las autoridades educativas dieron lugar a su solicitud. Ese mismo año se sancionó el Estatuto del Docente, donde quedaban garantizados los derechos del maestro y la reglamentación de su ejercicio”. En Maestros que hacen historia, documento de la Dirección Provincial de Educación Inicial, 2007. Versión completa en http://servicios2.abc.gov.ar/lainstitucion/sistemaeducativo/educacioninicial/efemerides/pdf/maestrosquehacenhistoria.pdf
También puede verse en La Quinta Pata Cuando la lucha docente priorizaba al alumno de Ramón Ábalo: http://la5tapatanet.blogspot.com.ar/2014/03/cuando-la-lucha-docente-priorizaba-al.html
[ii] En el inicio del artículo se aclara: “En octubre de 1958 la profesora Florencia Fossatti solicitó ante el Director General de Escuelas de la provincia de Mendoza, profesor Osvaldo Silvio Borghi, su reincorporación a la docencia, de la cual había sido injustamente excluida por razones políticas e ideológicas en 1936. Su solicitud de reincorporación —que apareció recientemente editada en folleto en la ciudad de Mendoza— es un alegato político-pedagógico que trasciende aspectos meramente circunstanciales para adquirir alcance e interés general. El trabajo que publicamos es un resumen de aquella solicitud, preparado por la misma educadora mendocina. (N. de la E)”
[iii] Se refiere al doctor Benito Marianetti (N. de a R.) [Nota del original]
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