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Oct 25, 2020 La Quinta Pata Preguntemos (nos) Comentarios desactivados en La vida es una cárcel con las puertas abiertas
Hace aproximadamente unas cuatro semanas fui a la vinería de unos conocidos a comprar unas birras; cuando entré, como es natural, nos pusimos a hablar con uno de los chicos de la pandemia y el bicho. Pero no desde un lugar de putear a una contingencia mundial y queja, sino sobre la gente que no entiende básicamente que se trata de eso, de una contingencia zarpada y mundial.
Él me contaba que se tenía que fumar a gente cuando atendía que decía: «estamos encerrados, nos han quitado nuestra libertad», «esto es culpa de la yegua», «Alberto nos ha encerrado», «el virus lo inventó no sé quién». Yo me reía un poco de todo eso hasta que él dijo: «¿Cómo le explico a esa gente que mañana tengo que ir a buscar las cenizas de mi viejo que falleció hace unos días por covid?» Me partió cuando dijo eso, así que me puse a improvisar y dije que la gente que decía esas cosas, en realidad, estaban cagades de miedo; que a partir de eso negaban una situación para la cual hay que hacer un buen gasto psíquico para lograrlo porque tiene que ver con una pandemia que está ocurriendo en cada país del mundo, y que ubicaban su miedo devenido en enojo en Alberto que la toca de arriba y de abajo, que lo ubicaban ahí para que no se vuelva todo angustia. Una lección de vida básicamente: la única posibilidad de hacer con la angustia es a partir de localizarla en algún lugar, es mejor putear a Alberto que sentir que todo se va al carajo y una no puede hacer mucho.
Supongo que intenté, porque no fue más que un intento, dar vuelta el asunto pensando que quizás de esa manera él ya no se iba a tener que fumar a esa gente, sino que de última se podía reír en silencio de elles y duelar a su viejo tranquilo.
Pero más allá de eso, cuando iba saliendo dije: «además, ¿qué libertad reivindican? Que poco se han drogado!». Mi comentario claramente fue una bestialidad, aunque no tanto, pero me puse a pensar en eso unos días después cuando se organizó esa marcha de los anticuarentena: ¿Qué es la libertad? ¿De qué libertad habla la gente? ¿Por qué en nombre de la libertad individual exigen que les reconozcamos? ¿No es un delirio? Alguien ostenta una libertad individual y después le pide a les otres que le reconozca; si conozco a varies que hacen la suya desde el día 1 de la cuarentena y no le han pedido permiso a nadie. Además, la gente que salió a marchar ese día del mes del año nose cuánto, en su gran mayoría, no es gente que se esté cagando de hambre. La gente que se está cagando de hambre salió hace rato a hacer la suya, porque es la que conocen, esa gente no espera que alguien les habilite para actuar porque sino morirían en su pobreza producida esperando que alguien haga algo distinto, en situación de pandemia o no.
La mayoría de la gente, aunque no todes de les que ostentan y piden libertad, están re atades a su propia esclavitud. ¿Y quién no? Si hay alguna libertad, es la libertad de sabernos sujetades al Otro, de reconocernos en el lazo con les otres y en el reconocimiento que en ocasiones buscamos allí. Y rápidamente pienso en “Blues de la libertad”, donde los Redondos lo expresan mejor que muches:
Mi amor, la libertad es fanática
ha visto tanto hermano muerto
tanto amigo enloquecido
que ya no puede soportar
la pendejada de que todo es igual
siempre igual, todo igual, todo lo mismo…
¿Quién no quiere ser libre? Cuando estamos esclavizades, haciendo y haciendo para que el Otro nos reconozca, nos autorice. De ahí en más, qué coraje hay que tener para pedirla en una pandemia. No lo sé Rick.
Pero más allá de eso, me puse a pensar: ¿Qué buscamos quienes marchamos por la memoria, por las mujeres, por los gatillos re fáciles y facilitados, por los pueblos originarios, por el movimiento LGBTTTQ+, etc? Alguna identificación se juega con las dictaduras, el sexo, el closet y la colonización. Algo empuja a apoyar la causa y algo conmueve el cuerpo.
Cuando voy a las marchas feministas, porque aún hoy entiendo que soy esclava de mi misma condición de sexo, pienso: «a ver si ahí me sano un poco de mi propia boludez», «a ver si esas otras me devuelven algo mejor de mí misma», y me identifico con cada una de ellas en su posición. La cosa si quiera va por el lado de que una fucking deuda que tiene lo social con nosotras salga, el placer va por otro lado, porque veo a pibas mil veces más chicas y más grandes que yo y me da mucha alegría que estemos juntas eventualmente sintiéndonos libres. Paradoja: el sentimiento de libertad se alcanza con un otre cerca, aunque a veces la condición es que ese otre sea ajeno, les propios nos producen más esclavitud que otra cosa.
En el caravanazo peronista por el día de la lealtad sentí eso, no estaba ahí para que una cámara filmará y sacará notas de cuánta gente había ido, aunque hubiese estado bueno, pero el sentimiento era otro: «Estoy acá y me encanta mirar a cada une de les que está y reconocernos en la ajenidad, después de meses mirando las mismas caras, una jeta ajena me sonríe sin siquiera saber quién soy yo y yo le sonrió a esas muecas y me siento humana». Y por dentro pensaba: «Que locura, las cosas se han dado vuelta, no salimos les mismes de siempre a las calles para reclamar lo mismo de siempre, se han pasado fechas fuertísimas para salir y no lo hemos hecho, y salimos para festejar el encuentro… que grande el covid!», y se me venía a la cabeza la gente que salió el día que El Loco Julio falleció, que capos los tipos, pero algo más: que escaso está todo que, quienes considero que atajamos alguna, aunque no se bien cuál, salimos por la vida y la muerte.
La Renga, en «Hablando de la libertad», reconoce claramente lo que implica hablar de eso y en cada momento de la letra apelan a una libertad un poco en soledad donde hay que romper los dientes del engranaje, y en ese mismo acto se reconocen buenos mordedores. La letra dice así:
Morir queriendo ser libre
encontrar mi lado salvaje
ponerle alas a mi destino
romper los dientes de este engranaje
Es genial, porque los tipos entienden que incluso el destino está amarrado a algo que ya viene de movida estructurado y que por eso hay que ponerle alas, y que en todo caso van a morir ‘queriendo’ ser libres, jamás lo serán. La modalidad del verbo ya marca que se trata de una fantasía hermosa.
Calamaro también le habla en «La libertad», dice que todes buscamos lo mismo, no sabemos qué es ni dónde está, la conocen les que la perdieron, les que la vieron de cerca, les marginales del fin del mundo que son esclavos de alguna necesidad, les faloperos y les enamorades que pagan todavía el precio del amor, entre otros. Y en el cierre del tema dice:
Igual que Norberto,
me pregunto muchas veces
¿Dónde está? y no dejo de pensar
será solamente una palabra, la hermana hermosa
la libertad
Es buenísimo porque el tipo termina diciendo que se trata de una palabra, y las palabras son cerraduras, son las mejores y peores ataduras. El nombre propio es una letra-palabra que nos puso el Otro aún antes de nacer, pedazo de injuria y de diagnóstico: aún antes de llegar a este mundo nos metieron en los barrotes de las palabras y nos dijeron que somos de tal y cual manera y que podemos hacer eso pero no lo otro. Capaz más sincero hubiese sido que nos dijeran: «bienvenides a la cárcel de las palabras y las letras», capas una elegía otra cosa, pero incluso para elegir hacer algo distinto con los barrotes hay que saberse que una los porta, y que la libertad es prima hermana de la esclavitud y la esclavitud de la libertad. Nadie puede hablar de libertad sin hablar de esclavitud, son los contrastes que se necesitan para existir. Otra paradoja: nuestra medida de libertad es directamente proporcional a nuestra medida de esclavitud.
Y aún así, estoy segura que casi nadie que acaba de llegar a este mundo quiere elegir la libertad, si lo único que quieren les bebés es estar en los brazos de sus madres y padres, así de frágiles somos les humanes. Son buenes esclaves les pibes, ostentan su esclavitud de una manera tan libre que da cagazo: quieren que les adultes estén con elles, que les miren, les reconozcan, les vayan a ver a la cancha, les den la mano para cruzar la calle… no tienen ni medio drama en reconocer que aman u odian.
En fin, les que hablamos de libertad y al pedo, somos les adultes, porque vivimos en la esclavitud de nuestra libertad, y capas por eso se nos vuelve necesario alardear libertad y ostentar amores libres; en contra posición a les niñes que viven la esclavitud desde las más grandes de las libertades… y sin temor.
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